1. Mi primo cabrón me hizo su zorra


    Fecha: 12/02/2024, Categorías: Confesiones Autor: Patita Putita, Fuente: CuentoRelatos

    Andaba por mis bellos 19 cuando un día, “casual e inocentemente” me senté en sus piernas. Mucho tiempo después me dijo que ese había sido el disparador, que lo hizo pensar en lo podría pasar después. Pasaron unos meses, era un invierno frío, la familia se reunía para ver la tele y socializar en una u otra casa. En las noches acostumbrábamos cubrirnos con cobijas, todos hechos bola, de repente, ¡Que me da un beso en la mejilla!
    
    Me sorprendí y no dije nada. Creo que no supe que hacer. Ni me moví. Al ratito, me dio otro. Y reaccioné, le sonreí colocando la mejilla más cerca de él y tomándonos de las manos. Esa noche y las siguientes, los besos fueron frecuentes, cada vez que veíamos distraídos a los demás. Hasta que unos días después, aprovechando estar solos por unos minutos… ¡me besó en la boca! Sorprendida, de nuevo, pasivamente lo dejé hacerlo. Pero cuando repitió, correspondí. Primero los dos estábamos dudosos de que deberíamos hacer. los dos estábamos en un remolino: percibíamos que algo pasaba... pero estaba claro que éramos primos... y primos hermanos para colmo. No nos importó, cada vez, los besos fueron siendo más largos e intensos. No tardamos mucho en abrazarnos con las lenguas, y los brazos.
    
    Sin saber que era el inicio de una larga, conturbada, prohibida y maravillosa relación.
    
    Nos quedamos en los besos por un tiempo, probando las nuevas sensaciones y comenzando el período de las exploraciones, primero por arriba de la ropa, el cabrón estaba estudiando mis ...
    ... reacciones, y analizando cuales eran más favorables para sus negras intenciones. Como cuando un día, llegó de tardecita, sabiendo que estaría sola viendo tele. Me resistí, no me sentía de humor para caricias. ¿Qué hizo ese pinche cabrón? Espero un poco y me invitó a bailar. ¡Pronto! En dos piezas, ya estaba aceptando las caricias atrevidas. ¡Ya había entendido que bailar pegados, me calentaba de a madres!
    
    Entre beso y beso, fuimos avanzando a caricias atrevidas, a meter las manos por los muslos, con poca resistencia cuando estaba caliente (¿Poca? Se sincera putita… ¡ninguna! Ni cuando no estaba caliente). Sin dificultad llegó a las nalgas, haciendo a un lado los chones. De ahí se concentró en los pechos. Se lo hice difícil, pero llegó. Una vez que acarició un pinche pezón, ya no dije nada. ¡Y menos cuando me los mamaba tan sabroso! Y, en algún momento, me colocó la mano en su bulto... (¿Qué es eso?)
    
    La cosita le costó algo más de trabajo, hasta que un día en un coche, aprovechó unos momentos descuidados, o cachondos de mi parte… ¡Y metió los dedos por mi puchita peluda! y pasé a agarrarle la picha, siempre dura, jadeante y mojada, loca para meterse en mi cuevita.
    
    ¡Ya estaba lista para lo que iba a seguir! ¡A joder! Pasamos a las exploraciones profundas en los cines y coches. Poco después de sentarnos, ya no tenía pantis, ni sostén, la blusa estaba toda abierta y también mis piernas. Le agarraba el nabo moviéndolo, con riesgo de que se viniera. Pasó a importarme madre ...
«1234»