La jefa me pidió hacer horas extra [H31]
Fecha: 24/02/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... de agradecerme me pidió, con una voz casi pornográfica, que me quedara un par de horas extra. "Te lo recompensaré", finalizó.
Luego de ello yo ya había clausurado las funciones de mi cerebro, y gracias al alcohol empezaba a planear alguna faena para hacer caer a esa hembra. Seguirle el juego de los placeres de la soltería y demás, para luego sacarle un beso, ponerla sobre su escritorio y atravesarla rabiosamente con mi carne. Me apresuré, no tanto para cumplir con el trabajo, sino para tener una buena oportunidad con ella.
Le envié los últimos documentos y llegué a su lugar con otra ronda de cervezas. Mientras hacíamos una última revisión, reanudé nuestra conversación sobre la soltería, intentando indagar si ya se había descargado Tinder, por lo menos. Ella se mostró indecisa y giró el tema para saber sobre mi propia soltería, si la disfrutaba y mis gustos. Durante la conversación no dejaba de mirar sus labios y hacer pequeños gestos mordiendo los míos o remojándolos brevemente para hacerle saber de mis intenciones. Las pausas, cada vez más intensas y en las que nos quedábamos mirando directamente, me indicaron que todo iba viento en popa.
"Yo puedo ayudarte a regresar al ruedo". Con un tono coqueto lancé la oración como el primer movimiento de mi faena. "¿Ah sí?" ¿Serías tan amable como para ofrecerme tu ayuda?", me respondió mientras mordía por enésima vez sus labios. "¡Claro!" Lancé mientras me acercaba a sus labios.
Nos fundimos en un beso bastante profundo. ...
... Luego de varios minutos noté que me había llevado todo su labial en mi boca, lo que extrañamente me excitó aún más. Nos levantamos y mientras la ponía contra la pared reanudamos el beso, esta vez acompañada de manos exploratorias en nuestros cuerpos, que intentaban memorizar las siluetas disimuladas por las ropas formales del día a día. Fui desabotonando su blusa y luego entre los dos liberamos sus pechos. Me tomó de la camisa, también ya desabotonada y me sentó en una silla, para arrodillarse enfrente de mi. Esperaba con ansias ese momento y disfruté cada centímetro de su boca, extrañamente fría pero deliciosa. Mientras ensalivaba mi erección, yo alargaba mis manos para alcanzar sus pechos y empezar a estimular sus pezones, que noté tremendamente sensibles, pues empezó a gemir cuando mis palmas los recorrían.
Ella empezó a succionar con más fuerza, alternando con el trabajo de su profunda garganta. Suerte de nuestra soledad, pues nuestros gemidos empezaron a sincronizarse para inundar la oficina. Nuestros cuerpos también lograron sincronizarse, pues mi cuerpo se vio invadido por sacudidas de placer que ya eran incontenibles. Los espasmos recorrieron todo mi ser, terminando en la punta de mi pene, que intentaba crecer aún más, o por lo menos explotar en la boca de aquella diosa. Cuando sentí desvanecerme, ella también detuvo sus movimientos, y clavó sus uñas en sus muslos, claro indicio de que pudimos sincronizar nuestros orgasmos.
Rápidamente volví a la realidad, y noté ...