1. Cojo con el chico argentino del gym


    Fecha: 26/02/2024, Categorías: Infidelidad Autor: AlonsoLima, Fuente: CuentoRelatos

    ... eres una mujer genial.
    
    Seguimos charlando en ese tenor por varios días. Hasta que en un momento de calentura le pedí que me envíe “por error” otra foto. Se rio y me mando dos.
    
    Se me pusieron tiesos los pezones y mi tanga se humedeció. Que pene que tenía. Se lo dije, que estaba buenísimo y que lo deseaba. Me respondió “voy a ser directo contigo. Eres linda. Pero tiene precio”.
    
    Me envalentoné y le pregunté ¿Cuánto? Me respondió que US$ 150. Podía pagar ese monto sin problemas. Con el dinero que me daba mi esposo para mis gastos tenía más que suficiente pues todos los meses guardaba algo. Nunca, jamás, ni en mis sueños le había pagado a un hombre por coger. De hecho, soy bastante clásica, si me doy cuenta que alguien quiere conmigo, que gaste pues.
    
    Pero, la tentación estaba allí. El destino me llevó a ella. Tenía el dinero para pagarle. Le pregunté cuando podría ser. Me dijo que tenía disponible jueves por la tarde o viernes a la hora del gym. Esa segunda opción estaba perfecta. Le dije que aceptaba el viernes a las 10 am y que donde nos encontrábamos.
    
    Me dijo que vaya a su departamento. Me dio la dirección. A unas 15 cuadras de casa, de hecho, suponía que estaba cerca, por el gym donde íbamos y el supermercado donde lo encontré. No tan cerca que sea riesgoso ni tan lejos que fuese tedioso ir.
    
    El viernes me depile. Me duche. Me puse la mejor lencería que tenía (y ...
    ... pensar que yo iba a pagar). Tome un taxi que me dejó en una cafetería a una cuadra de su casa. Desde allí caminé. Vivía en un edificio. Llamé por el intercomunicador. Me hizo subir.
    
    Me abrió la puerta. Lo encontré en toalla. Supuse que completamente desnudo debajo. Con algo de nervios saqué los US$ 150 y me pidió que los deje sobre la mesa. Eso hice. Se sentó en el sofá. Se sacó la toalla y me ordenó que me arrodille y se la chupe. Sin desvestirme lo hice. En segundos la tenía enorme, dura, llenándome la boca.
    
    Me volvió a ordenar “sácate todo”. Lo obedecí. Me dijo “ponte como perra en la cama”. Lo volví a obedecer. Me preguntó si quería ver porno. Le dije que sí. Prendió la tv y apareció una película porno de gays. Le pedí que lo cambie o lo apague. Lo apagó. Se puso detrás de mí. Me ensalivó la concha. Se puso el condón. Y empezó a metérmela.
    
    Me sentía extraña. Me dijo ¿quieres otra posición? Le dije que no. Que así me gustaba. Siguió moviéndose. La fricción de su enorme pene me terminó calentando y tuve un orgasmo. Ni bien llegue, la sacó y me preguntó ¿te quieres bañar? Le dije que no era necesario. Me vestí y me despedí dándole un beso en la mejilla.
    
    Tuve un orgasmo sí. Me comí un pene enorme, también. Pero estuvo demasiado lejos de lo que mis fantasías me hacían presumir. Nunca más le escribí. Cuando lo veía en el gym, mantenía la misma distancia que las demás chicas. 
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