1. SOY PUTA (VI): La segunda prueba


    Fecha: 17/10/2018, Categorías: Confesiones Autor: ekaitza, Fuente: RelatosEróticos

    ... juego que además de dignidad me estaba quitando tiempo, teniendo en cuenta lo que he dicho antes de tener que alternarme entre Pedro, los chicos de la cabaña y Venancio.
    
    Volviendo a Rafa, se rumoreaba que manejaba una ‘artillería’ digna de los mejores ejércitos, lo cual me hacía sentir una mezcla entre la esperanza de que al menos me iba a hacer con una buena polla y el temor de que fuera demasiado grande para mi. Dediqué un par de días a seguirlo para saber por dónde se movía en cada momento del día, y así poder abordarlo en algún lugar donde no nos viera nadie. Acordé con Pedro que el lugar elegido sería un lugar a las afueras del pueblo, pero evitando el cementerio, pues quizá tras la cita Rafa volvería, chafándole a Pedro su "escondite" preferido para follar conmigo. Así que quedamos una noche en el desguace que se encontraba fuera del centro urbano del pueblo.
    
    Llegó el día y no fue nada difícil persuadir a Rafa: no hubo más que abordarlo en una calle, cogerle la mano y ponérsela en mi culo. Él enseguida quiso pellizcar, pero me aparté y le dije que me siguiera. Dimos un rodeo por las afueras del pueblo hasta llegar al desguace. Era una imagen graciosa, pues yo iba caminando lo más deprisa que podía, y cada vez que miraba hacia atrás le veía a él caminando hacia mi con la mirada fija en mi trasero y una expresión de auténtico salvaje en celo. En un momento se puso a gritarme pero me puse el dedo en la boca pidiéndole silencio y me obedeció al instante (menos mal!). ...
    ... Al fin elegí un buen lugar dentro del desguace y me detuve. Entonces Rafa me alcanzó y me abrazó mientras movía la pelvis como cuando un perrito intenta fornicar con la pierna de una persona. Me hizo gracia, pero me daba tanta pena que me enternecí un poco, calmándolo con suavidad. Me acuclillé ante él y comprobé que esa no iba a ser la primera vez que se corriera ese día, pues ya se había ‘manchado’ el calzoncillo y el pantalón. Tras echarle una cariñosa reprimenda, me puse a acariciarle la entrepierna, lamiéndole los huevos mientras le pajeaba la verga que crecía por momentos. Una vez que se le puso bien firme, me dediqué a admirar su tamaño y forma por unos instantes. No sólo era grande: era perfecta. Totalmente simétrica, parecía un consolador. Lo único que le sobraba era el frenillo, por lo demás aquel falo casi deslumbraba al verlo. En seguida quise para mí la sensación de tener esa polla bombeando dentro de mí, así que me puse a mamársela con buenas ganas, faena a la que él respondía sin moverse un solo milímetro, pero respirando muy fuerte, a resoplidos. Tras un par de minutos, me levanté, me puse de espaldas a él y apoyé las manos en uno de los amasijos de hierros que abundaban en el desguace, poniendo el culo en pompa y subiéndome la minifalda. Él poso las manos en mi cadera y envistió con fuerza, pero falló. Me dio tal golpe con la pelvis que casi me tira de bruces contra la masa metálica que me servía de apoyo, así que se la agarré y la guié hacia la entrada de mi ...