El amigo de mi marido me folla
Fecha: 13/03/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... lado de la mesa. Después de cenar habíamos decidido tomarnos unas copas, todos excepto Claudia y yo. Mejor dicho yo, porque Claudia acabó bebiendo (nunca ha sido la mujer más responsable del mundo). Si era cierto que su mujer lo tenía a dos velas, era normal que me mirase. Yo llevaba puesto aquel día un vestio negro ajustado al cuerpo, con unos tirantes muy finos sobre los hombros y unos tacones bajos para poder soportar el peso del embarazo. Estar preñada había hecho que mis tetas creciesen, parecían dos balones de playa. Nunca las había tenido tan grandes. Yo de por sí siempre he sido delgada, así que los kilos del embarazo no me hicieron estar gorda, solo tener un poco más de curvas. Apoyé los codos sobre la mesa y apreté los brazos disimuladamente, para que nadie excepto Tomás se diese cuenta del escote que se me marcaba.
Vi cómo los ojos de nuestro amigo casi se salían de sus párpados y tragaba saliva. Estaba casi babeando por mis tetas, pero ambos teníamos que disimular. Seguimos coqueteando un poco durante el resto de la noche, mientras el resto seguían bebiendo. Claudia solo se tomó dos copas, pero a causa del embarazo ya iba borracha. Mi marido iba borracho también, y la otra pareja ya estaban tirados en el sillón casi dormidos.
"Claudia, ¿Celia no vio cómo quedó el baño dentro del cuarto verdad?" preguntó Tomás, que no iba borracho.
"No" contestó su mujer tirada en una silla.
"Se lo voy a enseñar" Tomás me cogió de la mano y fuimos hasta su habitación. ...
... Nadie sospechaba nada porque acababan de hacer la reforma y era cierto que yo no había visto el resultado final.
Cuando entramos, cerró al puerta a mi espalda con el pestillo echado y se lanzó a besarme. Comenzamos a besarnos apasionadamente, su lengua chocando con la mía, ambas entrando y saliendo de nuestras bocas, intercambiando saliva. Me agarraba de la nuca y yo tiraba de su pelo, comenzó a besar y lamerme el cuello, el pecho y, de un tirón, bajó mi vestido y sacó mis tetas. Estaban hinchadas, y él comenzó a lamerlas y a comerme los pezones, mordiéndolos y pasando la lengua por ellos. De vez en cuando les daba pequeños azotes, algo que me dolía pero me ponía.
Se bajó la bragueta, pero ni siquiera se deshizo de sus pantalones. Simplemente se sacó la polla, me empujó cuidadosamente sobre la cama, echó mi tanga a un lado y, escupiéndose en el rabo, me lo metió lentamente. Notaba sus pantalones rozando contra el interior de mis muslos, mientras que Tomás me embestía poco a poco, suavemente, hasta que empezó a coger el ritmo. De vez en cuando se inclinaba, con cuidado de no darme en la barriga, y me besaba como un animal en celo, con mucha lengua y mordiéndome los labios. Me azotaba las tetas y me las manoseaba y masajeaba como si fuesen masa o plastilina. Estaba muy cachonda, llevé una de mis manos a mi coño y comencé a frotarme mientras notaba aquella polla entrando y saliendo del coño que mi marido había preñado hacía siete meses.
Al poco tiempo, una ola de placer ...