Jorge, el novio de mi hermanita
Fecha: 18/10/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... ellos se colase por dentro de mi canalillo. Me las apañé para que la visión que Jorge tuviese sobre mi escote fuese lo más generoso posible, y él no dejó pasar la oportunidad de pasear la vista por mis tetas cada vez que sospechaba que no estaba vigilante. Jorge parecía avergonzado, no atreviéndose a sostener mi mirada por más de un par de segundos. Yo me estaba empezando a divertir con ese juego, y opté por acogotarle un poco más:
— Vaya trajín que os traíais anoche mi hermana y tú, no he podido pegar ojo en toda la noche.
Jorge bajó aún más la cabeza, con la excusa de mojar la galleta en el café. Yo me encendí un cigarrillo, y alejándome un poco de la mesa, crucé descaradamente las piernas.
— ¿Cómo?
— Vamos, no te hagas el despistado, que oí anoche cómo follastéis como descosidos.
Al instante Jorge se puso rojo como un tomate.
— Tranquilo, hombre, que no voy a decir nada a Laura ni a mis padres. Cuando yo tenía vuestra edad, me venía algún fin de semana aquí con mi novio. Es lo natural.
Jorge subió la cabeza, asomando una pícara sonrisilla, y lanzándome una descarada mirada con sus ojazos verdes que se clavó de lleno en mí. Mis pezones acogieron el golpe poniéndose más duros, y la temperatura de mi cuerpo comenzaba a subir, y creo que Jorge se dió cuenta. En todo caso, mi aviesa intención era acogotar a Jorge, no dejar que tomase él la iniciativa.
— Tú eres muy guapo, Jorge, y mi hermana es un bombón, pero estoy segura de que te gustaría poder ...
... disfrutar de unas buenas tetas. ¿Te gustan mis pechos, Jorge?.
Esto último lo hice pasándome la mano derecha por el brazo izquierdo, de modo distraido, como si lo hiciera por casualidad. Mi desparpajo le amedrentó otra vez, y apenas logró balbucear:
— Bueno, Tere, tú eres muy guapa.
Sin decir nada, me levanté, y posando mi mano sobre su pecho, lo acaricié brevemente mientras le propinaba un húmedo y nada fraternal beso en la comisura de sus labios. Acto seguido, le cogí de la mano y le llevé dentro del salón. Le senté en el tresillo y me acomodé a su lado. Ambos callábamos, la situación era muy erótica y excitante. Me incliné un poco sobre él, abrumándole con mi pecho casi rozando el suyo, y comencé a acariciar sus piernas con mi pie desnudo al tiempo que mis dedos revolvían su pelo ensortijado. Su sexo comenzó a crecer dentro del bañador, haciéndose cada vez más evidente. Tomé una de sus manos con la mía.
— ¿No te gustaría acariciar mis pechos?, ¿o prefieres seguir sólo devorándolos con los ojos?.
Jorge no era capaz de reaccionar. Estaba tenso y apabullado. Seguramente nunca se había visto en una situación semejante. Lo cierto era que yo tampoco, pero era mi deber no perder los estribos y manejar la situación en la que una mujer hecha y derecha seducía a un jovencito, poca más que un adolescente.
Coloqué su mano sobre mi pecho y posé mis labios sobre los de él. Comencé a lamer y a mordisquear sus labios. Me preocupé de mantener mi lengua y labios muy mojados, ...