El club de dominación
Fecha: 19/03/2024,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: elzorro, Fuente: CuentoRelatos
... quité las esposas y se las puse otra vez atándolas a un barrote de la cama. Luego mientras yacía tumbada sobre la tripa, tiré de sus pantalones y bragas dejándola con las posaderas al aire. Cogí una vara y comencé a azotarla sin miramientos. La azoté hasta que sus nalgas se pusieron bien rojas. Luego, excitado, con el pene crecido, me bajé los pantalones, me puse un condón, me acoplé sobre su cuerpo desnudo y la penetré envistiendo con energía hasta corrernos.
Por la tarde, antes de cenar, le tocó el turno a la mujer del culo plano. Los pechos eran dos huevos fritos. La desnudé pronto y le metí el dedo en el ano mientras nos besábamos. Tanta atención pareció encenderla y buscó mi pene bajo los pantalones, sin embargo, le impedí que llegase a él y como castigo la azoté con el cinturón en las nalgas. Luego, atándola por las muñecas, de pie, pasé la cuerda por una viga del techó y la tensé. Su cuerpo en suspensión, su espalda desnuda. Cogí un pequeño látigo y le golpee la espalda cinco veces por su atrevimiento. Luego, sin soltarla, me puse frente a ella me baje los pantalones y la tomé allí mismo.
Al día siguiente le tocó a la otra casada. Bajita, con pelo corto y gafas. Después de tomar una copa la tumbé sobre mi regazo y le dí una buena azotaina sobre los pantalones. No tuvimos sexo. Quería reservarme para la tarde.
A las ocho en punto llamó a la puerta Alicia, 23 primaveras, rubia, ojos azules, menuda pero con curvas. Alicia era la vecina que vivía arriba, la ...
... había oido hacer el amor un par de veces, los muelles de su cama y sus gritos transpasaban paredes. Vestía minifalda de cuero color granate y camisa negra con escote. Sus pechos, tamaño medio, se adivinaban firmes.
Al principio me dieron ganas de tener sexo tradicional con ella, coquetear, besarnos, descubrir poco a poco sus encantos. Pero no estábamos allí para eso.
- A qué esperas muñeca. Mi pene necesita atención.
Ella me miró con sorpresa, quizás no esperaba o no estaba acostumbrada a recibir órdemes de aquel tipo. Sin embargo, pasada la sorpresa inicial obedeció, desabrochó el botón de mis pantalones y tras acariciar mi paquete durante unos minutos mientras me miraba a los ojos, me bajó la ropa, apoyó sus manos en mis nalgas y metiendo el miembro en su boca, comenzó a chupármelo.
Por algún motivo, detuve sus maniobras pronto. La levanté con brusquedad y la llamé guarra.
Ella sonrió.
- Soy lo que tu me digas.
- calla pedorra.
De nuevo sonrió. Y luego susurrando las palabras en mi oido me dijo.
- si quieres me tiro un pedo.
Mi cara de sorpresa debió ser de lo más cómico.
- como te atrevas te caliento el culo con la zapatilla hasta dejarlo como un tomate.
Ella sonrió por tercera vez, me dio la espalda y para mi sorpresa dejó escapar una ventosidad.
Inexplicablemente mi pene creció con la excitación de todo aquello. La cogí por el brazo, la ordené que se bajase los pantalones y cogiendo un cepillo de madera, comencé a calentarle el culo ...