La visita de Matías
Fecha: 23/03/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Bellota D I, Fuente: CuentoRelatos
... había visto, ya le tenía ganas y era claro que él también. Éramos incapaces de resistir a la atracción sexual que compartíamos, pero parecía que teníamos ganas de jugar un poco a los desinteresados.
—¿Estabas mirando una película en tu bañera cuando llegué? —me preguntó al ver mi laptop en el banquito.
—Sí, estaba en eso, tranquilita con una copa de vino y un cigarro.
No lo veía, pero había agarrado la máquina y la había abierta, descubriendo la naturaleza de mi selección audiovisual. Terminé mi ducha y corté el agua, extendí el brazo afuera para agarrar una toalla y me sequé rápidamente antes de envolverme en ella. Cuando abrí la cortina, Matías tenía la laptop sobre sus rodillas y me miraba con una expresión de gula febril.
—Le puse “play”, para ver qué era…
—¿Y qué te pareció?
Calentada por la situación y la tensión sexual que empezaba a ser evidente entre nosotros, le había contestado sonriendo, mirándolo a los ojos mientras salía de la bañera. A modo de respuesta, agarró mi muñeca para llevar mi mano a su entrepierna. Sentí su verga dura a través de su pantalón.
—Veo que en este género también compartimos los mismos gustos cinematográficos —le dije, sin retirar mi mano, al contrario.
Hubo un silencio en lo cual se escuchaba la respiración de Matías que se aceleraba. Me senté en el borde de la bañera, sin dejar de acariciarlo ni de sostener su mirada. Sentía que mi clítoris se estaba hinchando, con una ola de calor y un ligero picazón que pronto ...
... iba a volverse casi doloroso si no me tocara. En el movimiento de sentarme, mis labios se deslizaron uno contra otro. Sin darme cuenta, me había empezado a mojar. Desde la noche en la cual nos habíamos conocido, nunca había dejado de desearlo. Le bastaba una mirada para prenderme. A pesar de haber recorrido su cuerpo tantas veces, su piel, sus labios, sus manos y obviamente su sexo me seguían atrayendo como imanes.
Puso su mano en mi muslo y empezó a subir lentamente debajo de la toalla. Acercó su cara para besarme y se detuvo a unos centímetros de mis labios, para prolongar un poquito la espera del beso que nos iba a reunir. Le agarré la nuca para acercarlo y mis labios entreabiertos encontraron los suyos. Su lengua empezó a acariciar la mía, mientras sus dedos llegaron a mi sexo. Abrí ligeramente las piernas a modo de invitación, él sabía exactamente cómo tocarme. Era, sin ninguna duda, el único hombre capaz de hacerme venir más rápidamente que yo masturbándome. Comenzó como siempre por tomar mi concha en la mano, con la delicadeza con la cual se toma una fruta madura y jugosa, y amasarla suavemente. Los primeros escalofríos de placer me recorrieron la espalda. Me seguía mirando a los ojos, con los labios todavía entreabiertos por nuestro beso. Sus dedos empezaron a jugar con mis labios, deslizándose entre ellos de arriba hasta abajo, lentamente. Gemí y abrí las piernas más aún, avanzando mis caderas hacia él. Había dejado su entrepierna para apoyarme con las dos manos al ...