Diario de una universitaria. Masturbación, cinturón y sexo
Fecha: 25/03/2024,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: elzorro, Fuente: CuentoRelatos
... esta última a regañadientes, capitularon y me dejaron a solas con Roberto. Mi corazón empezó a latir con fuerza.
- Y bien, depende de ti, te apetece...
No dejé que acabase la frase, me acerqué a él y tomando su rostro entre mis manos le besé. El respondió al ósculo mientras acariciaba mis nalgas. Al separarnos le miré a la cara. Luego miré su entrepierna crecida y mordí mi labio superior en un símbolo inequívoco de deseo.
- ¿Puedo? - pregunté mientras desabrochaba el botón de sus pantalones.
Roberto asintió.
Bajé la cremallera y tirando de la ropa interior le desnudé. El pene salió como un resorte quedándose en posición horizontal. Me pasé la lengua por los labios y poniéndome de cuclillas empecé a lamer el falo. Poco después me ocupé del escroto dando chupetones. Los ruiditos que hacía el chico con su boca, su respiración entrecortada, no hacían más que aumentar mi excitación. Me incorporé con un pequeño chasquido de articulaciones. Abrí la bolsa de plástico y vestí el palpitante y cálido miembro con la goma.
Rápidamente nos desnudamos quedándonos en pelotas.
Roberto me acarició las tetas, me besó y luego, de manera un tanto brusca, hizo que girase sobre mi misma y me empujó sobre la cama.
Los segundos parecieron pasar con extrema lentitud mientras aguardaba boca abajo sobre el catre notando como sus ojos se deleitaban con mi cuerpo desnudo.
De repente, algo cálido abriéndose paso en mi vagina con delicadeza. Podía ...
... notar el pene, su latido, su tamaño invadiendo la intimidad de mi ser. Aguanté la respiración y apreté el esfínter queriendo atrapar esa parte de su cuerpo. Una vez dentro, un último empujón, una pequeña retirada y una nueva envestida. Para entonces, sus atléticas manos sujetaban mi cadera y el ritmo se incrementaba tratando de ponerse al nivel de los jadeos que escapaban de nuestras gargantas.
Ya casi al final, su cuerpo cubriendo el mío por completo, las cosquillas de sus piernas enlazadas con las mías y el aliento sobre mi cuello. Uno, dos, tres empujones y la corriente de orgasmo recorriendo mi cuerpo, el doble de placentera que con la masturbación.
En medio del placer más absoluto, noté el líquido de su semen corriendo por mis nalgas. Imagine que lo había sacado antes de eyacular, se había quitado el condón y había explotado lanzando el líquido viscoso a ráfagas.
Recuperé poco a poco el control.
Entonces, Roberto comenzó a besar mis nalgas mientras besaba mi nuca y chupeteaba mi cuello.
De alguna manera nuestras bocas se encontraron y nos besamos de nuevo, usando la lengua. El sabor era adictivo.
Me incorporé sobre la cama y él se acercó por detrás. Mi mano, distraída, tomo su pene. Sus manos, con toda la intención del mundo, se hicieron dueñas de mis tetas, sus dedos pellizcaron con tiento mis pezones.
Mi corazón se aceleró de nuevo, arqueé la espalda, suspiré, gemí, jadeé, deseando que aquello durase para siempre.