Decía que respetaba a la mujer de los amigos
Fecha: 02/04/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: suruminga, Fuente: CuentoRelatos
... ocupar la toalla que habíamos tendido cuando escuché la voz de uno que estaba cerca, dirigiéndose a otro «Esos dedos sí que tienen suerte»; el rubor en su cara dio muestras de haber oído, me miró y bajando la vista de tiró de espaldas como quien desea tomar sol. La ausencia de comentarios me produjo un malestar generalizado, corporalmente en forma de nauseas, acidez y taquicardia, y anímicamente presentándose como asombro, para dar paso a la bronca y luego al odio. Acostado boca arriba con un almohadón bajo la cabeza, paralizado por las sensaciones y emociones, puse la mirada en el horizonte y desenfoqué la vista; con el cuerpo rígido y los puños cerrados, blancos por el esfuerzo, me concentré en no ceder al deseo de romperla a trompadas y patadas.
Probablemente se dio cuenta de mi estado y quiso saber si yo había visto algo y en qué medida me afectaba.
- “Te pasa algo querido?”
Mi respuesta fue darme vuelta y mirarla fijamente, sin mover un músculo de la cara o pronunciar una palabra y regresar a la postura que tenía. Fue la manera de demostrarle que no era un estúpido indolente, que iba a aceptar cosas de esa naturaleza y que le haría pagar punto por punto lo que hiciera. Con el corazón estrujado por la tristeza llegué a la conclusión de que lo sucedido, o venía precedido de algunos acercamientos, o mi esposa era una puta redomada, o ambas cosas. De lo que no había dudas era que mis cuernos ya estaban, sea incipientes, sea formados, sea enormes.
Nuestro ...
... matrimonio tiene una antigüedad de diez años y ha transitado los habituales momentos de alegrías y enojos. Mantenemos un sano equilibrio en todos los aspectos, al punto que sus ingresos, muy superiores a los míos, no han sido motivo de roce o celos. Acordamos aportar igual cantidad al mantenimiento del hogar y conservar independencia total sobre el resto. Naturalmente su contribución a la compra de la casa fue mayor y el automóvil que usa es de mayor gama que el mío, pero esas diferencias no han sido causa de incomodidad o fricción.
La siguiente reunión fue en un restaurant y posterior copa en discoteca. Por supuesto que no perdía de vista a los involucrados, pues acepté concurrir para ver y si lo anterior había sido algo transitorio o debía resignarme a perderla. Consentir no formaba parte de mi futuro. Mientras conversaba con uno de los asistentes el galán me pidió bailar con ella, cosa que acepté, mientras seguía la charla; unos minutos después miré buscándolos en la pista sin encontrarlos. Cuando regresaron noté en mi esposa las mejillas arreboladas y un botón de la blusa mal abrochado, lo que fue suficiente para indicarle que nos íbamos pretextando un fuerte dolor de cabeza.
Pasadas tres o cuatro semanas Graciela me preguntó si sucedía algo para que se hubieran interrumpido las salidas en grupo. Mi contestación fue terminante.
- “En las últimas veces que participamos la conducta tuya y de Carlos, hacen suponer que entre ambos hay una cierta intimidad que yo no acepto, y ...