1. He visto a Verónica


    Fecha: 03/04/2024, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos

    He visto a Verónica. Está frente a un portal. Está fregando los escalones. Me he detenido: "¿Tú, qué haces aquí?", le he preguntado; "Ya ves, trabajando", me ha contestado; "¿Y tu hermana?"; "¿Sarai?, se fue a Francia"; "De puta, supongo", he manifestado; "¿Por qué dices eso?", me ha interrogado, extrañada; "Una noche tu hermana se me ofreció por dinero"; "Acabó un máster, ha ido por trabajo, decente"; "Ya". Sarai. Todavía recuerdo sus tetas gruesas y elevadas entre mis labios, su fina cintura en mis manos, su cadera ancha y acogedora pegada a mi abdomen; sus ancas de yegua abiertas y el sonido acuoso que salía de su chocho bien lubricado a cada embestida mía; y sus lánguidos gemidos de placer. Me costó 50 euros, barato para tratarse de una hembra como Sarai; pero, claro, la follé en mi casa, y usé mi condón. Su hermana Verónica me gusta; normal, es igual que Sarai.
    
    El jefe de Verónica la ha visto hablando con un desconocido: ha pasado con el coche frente al portal y la ha visto. La ha llamado al móvil: "Verónica, ¿quién es ese tío con el que hablabas?". El jefe de Verónica es celoso y, no solamente le paga su sueldo por limpiar portales, también por acostarse con él de vez en cuando. El jefe de Verónica teme que se la quiten. "Es un amigo de mi hermana", le dice Verónica; "Sarai, la puta"; "Mi hermana no es puta", rebate Veronica con vehemencia. Recuerda el jefe de Veronica aquella vez en su oficina. La boca de Sarai, los labios rojos pintados de Sarai apretando el ...
    ... tronco de su polla, deslizándose arriba y abajo; al principio despacio; más rápido y más apretados los labios cuando cambió el ritmo de su respiración; y el borbotón de semen que entró y que luego Sarai escupió en la palma de su mano. "Son 50".
    
    Sarai está en su casa con su marido. Viven en un pueblo de Granada, en Loja. Allí nadie la conoce, nadie la llama puta. Su marido es un modesto agricultor que lo único que desea de Sarai es que le tenga la casa limpia, que le haga de comer y que esté siempre dispuesta cuando a él le entran ganas de follar. Sarai viste bien. Sale a hacer las compras. Vuelve a casa. Limpia. Prepara la comida. Su marido llega del campo. Sarai lleva un mandil puesto, tipo peto. No suele llevar falda, ni bragas. Así su marido, mientras ella se inclina para ir poniendo los cubiertos, vasos y servilletas en la mesa, aprovecha para meterle la polla en el chocho por detrás: "Ay, Javier, qué bruto eres", se queja Sarai; "Ah, más, más adentro Javier, más", va pidiendo ya en faena; "Aahh, Javier, aahh", grita en pleno clímax entre tanto su marido le inyecta el semen.
    
    Verónica miente respecto a Sarai, pero ¿qué va a hacer?, es su hermana. Verónica envidia a Sarai, no sólo porque la naturaleza le ha dado un cuerpo perfecto, aunque también el suyo lo sea, sino también porque, en fin, a ella también le gustaría tener marido, y no este jefe explotador que nunca se casará con ella, por perdida. Y no, no es que Verónica sea puta, es que a Verónica le gusta mucho el ...
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