1. Mis odiosas hijastras (9)


    Fecha: 03/04/2024, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... imagino que esa tanguita debe tener mucho olor a pis ¿cierto? —mis manos subieron hacia el destino predecible. Empujé mi pelvis y le clavé la verga de manera muy parecida a como había hecho con Agos el día anterior—. Olor a pis, y a flujos. Todo mezclado. ¿Te masturbaste anoche? —apreté una de sus tetas, sin hacer mucha presión, apenas para sentir su suavidad. Era blanda. Me las imaginé cayendo sobre mi cara para que las devorara.
    
    Me di cuenta de que lo que tenía puesto no era una remera, sino un top que seguramente hacía juego con el culote.
    
    —¿Así vas a dormir todas las noches? —dije, presionando más su seno—. Deberías estar más abrigada. O quizás te pusiste eso para esperarme. En el fondo querés mi verga ¿cierto?
    
    Llevé mi otra mano a su rostro. Me di cuenta de que el cabello lo cubría. Lo corrí para atrás. Arrimé mis labios a su oído, y le susurré.
    
    —Pendeja puta. Eso es lo que sos. Una pendeja calientapijas y puta.
    
    Besé su cuello. Si las palabras no la hacían reaccionar, el tacto haría lo suyo. Y en efecto, así fue. En un gesto instintivo, Valu se encogió. Su hombro se levantó y su cabeza se inclinó. Pero enseguida se acomodó. Ahora cambió de posición. Como esta vez estaba pegado a ella, fue fácil darme cuenta de la pose que había elegido.
    
    Ahora tenía a mi hijastra boca abajo. La cabeza hundida en la almohada. Con la misma necedad que la caracterizaba, continuaba aferrada a esa absurdo acting en donde simulaba no darse cuenta de lo que estaba pasando. ...
    ... Esto me hacía pensar que había sido ella la que, en dos ocasiones diferentes, había abusado de mí en plena oscuridad, ya que su actitud de ahora parecía coincidir con lo sucedido el sábado. Y si eso fuera así, yo solo me estaba cobrando su atrevimiento.
    
    Entonces hice algo que en ese contexto podría parecer raro. A pesar de la furia y la lujuria que me dominaban, acaricié la cabeza de Valu con ternura infinita. Mis dedos se frotaron en la cabellera castaña de la más odiosa de mis hijastras, y fue bajando lentamente, hasta encontrarse con su espalda desnuda y su cintura. Dejé la mano un rato en esa parte, donde ya comenzaba a intuirse el tremendo elevamiento que hacía su cuerpo más abajo. Froté con la punta del dedo la piel desnuda.
    
    —¿Querés que te coja? ¿Eso querés? —pregunté. Y como era de esperar, la única respuesta que recibí fue un rotundo silencio—. ¿Sabés qué creo? Que en el fondo lo querés. Puede que suene demasiado soberbio, pero creo que incluso cuando te vi con ese uniforme pornográfico deseabas que te coja. Eras apenas una nena de dieciocho años, pero querías que te coja. Bueno, ahora ya no lo sos. Sos una pendeja, pero ya estás grande. Disculpá si sueno muy arrogante. Pero vos también sabías que te deseaba en ese momento ¿No? —mis dedos bajaron lentamente, y se hundieron nuevamente en sus glúteos—. ¿Qué habrás pensado cuando me viste de la mano de tu mamá? Pendeja calentona. De seguro fantaseabas con que dejaba el cuarto de Mariel en medio de la noche y venía al ...
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