1. Secuelas de una pandemia (VI): Punto P


    Fecha: 10/04/2024, Categorías: Gays Autor: LetraEros, Fuente: CuentoRelatos

    –Che. Quiero probar algo.
    
    Diego, por toda respuesta, se sonrió socarronamente sin dejar de pasarse una mano por los huevos mientras la otra subía y bajaba por su pija.
    
    –Lo leí en internet –siguió Pato. –El punto “P”.
    
    –Punto “G”, boludo.
    
    –No. Eso es en las minas, forro. Yo digo el punto “P”. "P" de próstata.
    
    Diego dejó de pajearse. Había que prestar atención.
    
    –Es un punto de mucho placer en los hombres y está en el culo –concluyó Pato.
    
    –¿En el hoyo? Una vez una piba me chupó el orto y estuvo bueno.
    
    –Sí, pero no en el hoyo, precisamente. Adentro. Hay que meter dedo.
    
    Diego se levantó del sillón y se puso el bóxer: la erección se le había ido al carajo. Era mucho para recibirlo así de golpe.
    
    –Chau boludo, te fuiste de tema.
    
    –Pero Diego, dale ¿Qué te pasa? ¿No quedamos en que...?
    
    –No, boludo, eso es cualquiera.
    
    –Te digo que no. Yo probé.
    
    Diego se detuvo en seco. No sabía qué decir, hasta que por fin preguntó:
    
    –¿Y para qué dijiste “quiero probar algo” si ya lo habías hecho?
    
    –Bueno, chabón, qué literal… Nada, era para proponerte algo. Pero bueno, olvídate.
    
    – ¿Y cómo es eso?
    
    Pato sonrió por dentro. Había despertado la curiosidad de su compinche.
    
    –Es fácil, al toque de la entrada del culo hay como una bolita, es la que produce la leche. Parece que tiene así como terminales nerviosas…
    
    –Terminaciones, burro –lo corrigió Diego.
    
    –Bueno, eso: terminaciones. Y si se estimula provoca mucho placer.
    
    Diego permaneció un momento ...
    ... en silencio, sopesando la situación pero al mismo tiempo pensando en Pato metiéndose un dedo en el orto mientras se pajeaba. Ya se le empezaba a poner gomosa de nuevo.
    
    –Yo, bueno, lo hice y nada; cuando acabé fue un montón.
    
    –¿Más todavía? ¡Hijo de puta, tenés una fábrica de leche!
    
    La ocurrencia los hizo reír y a la vez aflojar cierta tensión que se había instalado.
    
    Era tiempo de probar algo nuevo.
    
    ***
    
    Uno frente al otro, con las piernas al aire y recostados en sendos sillones, ambos amigos se mostraban el culo descaradamente. Pato se acariciaba las nalgas, los huevos y se detenía en el hoyo por momentos, marcando un círculo con el dedo ensalivado. Diego miraba excitado y repetía los movimientos de su amigo. De pronto, Pato enterró la primera falange con un gemido de placer y a Diego se le puso dura del todo. Poco a poco el dedo iba jugando en un lento vaivén hasta una nueva ensalivada y otra vez adentro; esta vez un poco más, en tanto el torso se arqueaba ante aquel delicioso intruso.
    
    De pronto, Diego dejó de tocarse para ver cómo Pato se retorcía de placer. Cada entrada era seguida de un suspiro, un estremecimiento. Era fascinante ver a un hombre entregado al placer, despojado de pudores, como si estuviera solo en su habitación, pero claramente exhibiéndose con descaro, con las piernas abiertas ante la mirada deseante del otro.
    
    Ya el dedo había entrado entero, cuando de pronto, Pato se paralizó durante dos, tres segundos, hasta estallar en un grito ...
«12»