1. La pertenencia (27): La visita


    Fecha: 19/10/2018, Categorías: Infidelidad Autor: Miguel.Lopez, Fuente: CuentoRelatos

    ... privada.” Wow, me interrumpió. Estaba magnífica.
    
    La madre se puso de pie y fue a su lado. Ella hizo lo mismo y se abrazaron.
    
    “Hija, hijita, ¿Que estás haciendo hijita? ¿Qué estás haciendo?“
    
    “Mamita, mamita querida, no estés triste, yo solo quiero ser feliz mamá, pero quiero que ustedes estén allí conmigo, no me dejen sola.”
    
    La madre se separó de ella lo suficiente como para mirar suplicante a su marido. A él se le habían llenado los ojos de lágrimas. ¿Estaba actuando realmente?
    
    “Hija, siéntate, no llores.” Su mujer no más estaba llorando, ella más que la cara de congoja no tenía. La señora se secó las lágrimas, sacó un pañuelo y se sonó ruidosamente. Las dos se acomodaron en sus asientos. El patriarca iba a dar su dictamen.
    
    “Don Felipe, dígale a sus padres que con mucho gusto los vamos a recibir en esta casa. No se hable más. Hija, sírvenos otro whiskicito mamita.”
    
    Ella nos sirvió. Felipe lo tomaba sin hielo pero ella lo sirvió al gusto de su padre, el vaso lleno de hielo. Yo temí los efectos que pudiera sufrir con este segundo vaso, nunca aprendí realmente a tomar.
    
    “Don Felipe,” Le extendió el vaso para hacerlos sonar. “Sea usted bienvenido a la familia.”
    
    “Don Fermín, no sabe lo feliz que soy, soy el hombre más afortunado del mundo.”
    
    Yo realmente estaba pintado, así que a nadie le importó mucho que apenas mojara mis labios.
    
    Vino entonces la trama. Eran mentiras que no iba a ser necesario recordar muy bien después de que el matrimonio ...
    ... estuviese consumado. Felipe y yo nos conocimos en Chile, en un campeonato de bicicross en el que participó mi hijo antes de irse a Australia. Incluso tenía algunas fotos de un joven que podía pasar por mi hijo en un podio en un tal campeonato, pero no vino al caso mostrarlas. A Andrea la había conocido en una cena de negocios, yo era abogado de un inversionista chileno, y ella, bueno, ella estaba en esa fiesta de puro exitosa que era, eso no era difícil de creer, con el ascenso y todo. Esa parte era inverosímil, pero alimentándoles el orgullo por su hija les pasamos la mula. Nos hicimos amigos y coincidimos en un bar. De ahí todo fue sobre ruedas. La madre bajó la cabeza avergonzada ante la implícita cercanía sexual que se insinuaba entre nosotros, pero ya no había nada que hacer.
    
    Habiéndome vuelto presentable me hice merecedor de la conversación del padre, sobre política que para él consistía principalmente en lamentarse por la corrupción como fuente de todos los males, diagnóstico en el que no tuve ningún problema en coincidir y usarlo para volverme más activo que hasta ese momento.
    
    Se nos había pasado el postre, pero por todo lo bueno que sinceramente había cocinado la señora, cuando llegó fue un pobre contraste ver uno de esos helados largos importado de Chile, de apariencia fina, pero poco más que eso. Curiosa elección dada la predisposición original.
    
    El señor se había relajado tanto que hasta me insistió que tomará más de mi vaso casi lleno. Afortunadamente el hielo se ...