Mi prima Teresa
Fecha: 22/04/2024,
Categorías:
Incesto
Autor: Jcasf, Fuente: CuentoRelatos
Ella no parecía mi prima, no podía serlo. ¿Desde cuándo unas tetas podían crecer tanto? Habían pasado unos cuatro años desde la última vez que nos vimos. En aquel entonces viajé con mi familia a la casa de playa de mis abuelos y coincidimos con un tío que también llegaba con su familia, entre ellos mi prima lejana, llamada Teresa.
Hasta donde podía recordar aquel verano fue muy bueno, yo era un año mayor que ella, y los dos éramos los únicos jóvenes en la casa, así que paseamos, jugamos e íbamos a la playa juntos. Ella solía ser una joven alta y un poco flacucha, parecía que el crecer en altura le había quitado grasa, así que sus pechos y glúteos eran un tanto planos, además vestía ropa algo suelta, lo que ocultaba aún más su silueta poco femenina. No ayudaba mucho que por aquella época yo tenía ojos solo para mi enamorada, así que la traté como una amiga, tal vez hasta como una hermana. Incluso llegamos a dormir juntos, sin que nada raro pasase. Ella tenía un carácter algo explosivo, se amargaba rápido. Y si la memoria no me fallaba, era un tanto tosca, pues me solía dar coscorrones cada dos por tres. Incluso, al ser más alta que yo, me ganaba en fuerza cuando luchábamos, terminando yo siempre en el suelo con ella encima mío, lo que, en aquel entonces, no me generaba morbo ni excitación alguna. A pesar de todo, en esos dos meses estuvimos juntos, que fueron prácticamente todo el verano, hicimos gran amistad.
Cuando el viaje terminó prometimos agregarnos y mantener ...
... contacto, pero ella rechazó mi solicitud, mis mensajes y hasta mis llamadas, por lo que ahí quedó la amistad. Cada uno partió a su ciudad y no habíamos coincidido hasta este momento, en el que entrando a la casa de playa me la había encontrado frente a frente, yo cargando unas maletas y ella saliendo de la sala, con ropa de verano muy pequeña, con sus enormes pechos prácticamente rebalsando su ligera playera. Si no hubiese sido porque seguía con la misma cara pecosa no la habría reconocido.
—¡Que sorpresa! ¡Has crecido Luis! —me dijo dando un salto y sonriendo. Se veía muy linda, no solo por la ropa, sino por su ahora bien equilibrada figura.
—Hola Teresa, te ves estupenda, cuántos años… —mientras hablaba sopesé mal lo que cargaba y la maleta de mi madre cayó al piso.
—Veo que sigues siendo bobo, me adelanté en mi opinión —me dijo divertida— deja que te ayude.
—Yo puedo solo, gracias —contesté abochornado por mi torpeza. Vaya manera de empezar un reencuentro.
Instalé las cosas de mi familia en los cuartos que mi abuelo nos había separado. Su casa era enorme, con patio a ambos lados y un bloque de cuartos destinado a la familia que lo visitaba. Así me entretuve junto a mis padres durante parte de la mañana, arreglando nuestro equipaje, hasta que escuchamos el llamado del patriarca de la familia.
—¡Ya! nos vamos a la playa, ¡el que no quiera ir se queda sin comida! —dijo mi abuelo sonriendo, mientras cargaban sus cosas en la camioneta.
Los de más edad de la ...