1. La desconocida


    Fecha: 24/04/2024, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Carmen Van Der Does, Fuente: CuentoRelatos

    ... huesos y los tendones se estiraron tanto que parecían a punto de romperse.
    
    —Muy bien —susurró la desconocida con dulzura alejándose un par de pasos de ellos.
    
    Miró a Juan y éste deseó tener las manos libres para descubrirle el rostro. No podía verla, la tenía justo delante y no podía verle la cara. Pero, ¿por qué querría verle la cara? Lo estaba tocando sin permiso, estaba siguiendo las órdenes de la mujer de ojos negros. Cerró los ojos intentando pensar.
    
    Sus dedos femeninos se deslizaron de forma delicada por su pecho. Sus manos eran pequeñas, suaves, calientes. Exploraron todos y cada uno de los músculos de su torso. Lo acarició por la línea de las clavículas y los hombros, luego sobrevoló sus costillas y descendió por sus caderas, tocándole los músculos de las pantorrillas. Cuando subió por sus muslos le arañó la dura piel con la suavidad de una pluma, dejándole marcadas unas líneas rojizas que desaparecieron un segundo después. Sintió otro tirón en el vientre… y más abajo.
    
    Pero había encontrado el sitio adecuado. Acarició su estómago con interés, delineando la tensa musculatura, toqueteando los surcos y depresiones de su piel. Jugueteó con el vello de su pecho, enredando los delicados dedos entre los rizos y descendió de nuevo por su vientre hasta su ombligo. Juan se puso tan rígido que las telas se estiraron y crujieron y María José quitó las manos como si se hubiese quemado. Luego volvió a poner las manos sobre el estómago masculino y el vientre de Juan ...
    ... sufrió un espasmo.
    
    Resopló por la nariz intentando controlar la ansiedad. El corazón le retumbaba en la cabeza y había empezado a sudar. La desconocida y Andrés seguían allí observando la escena, pero no estaban pendientes de él sino de María José. Juan dudó. ¿A quién exactamente estaban poniendo a prueba?. ¿A él o a la chica de la capucha?
    
    Perdió la concentración cuando María José posó la mano sobre la base de su miembro. Un escalofrió le bajó por el espinazo para estrellarse directamente en su polla. Animada por la respuesta que había provocado, deslizó los dedos por todo el tronco y frotó suavemente el glande con la yema de los dedos. Juan se ahogó cuando contuvo un gruñido y se retorció intentando apartarse de la mano femenina, clavándose las cuerdas en los brazos y las piernas. Rodeó su polla con ambas manos. Cerró los dedos en torno a la erección que se le había formado y comenzó a masturbarlo con lánguidos movimientos. Juan tembló de los pies a la cabeza y el deseo saltó por todo su cuerpo. El placer que aquellas manos calientes le estaban dando era tan delicioso que le dio miedo pedir más. Aquella joven desnuda lo acariciaba con determinación, no se trataban de caricias mecánicas que buscasen complacerlo de inmediato, eran movimientos suaves, cariñosos. La manera en que frotaba su pene y frotaba cada centímetro del rígido músculo, parecía buscar el máximo placer para él. Su pene se puso tan duro que parecía a punto de estallar. El contacto de las manos femeninas era ...
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