La desconocida
Fecha: 24/04/2024,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: Carmen Van Der Does, Fuente: CuentoRelatos
... cuerpo respondió al placer, el tono de su piel ruborizada y los pezones endureciéndose.
Andrés atrapó uno de esos deliciosos picos entre los dedos y lo estimuló.
Su cuerpo quedó rebosante de placer.
Juan disfrutaba de aquella visión, la de su mujer exudando placer por cada uno de sus poros. Juan se retorció deseando ser él quién explorara aquel cuerpo. María José comenzó a gemir y a moverme al ritmo de las caricias de Andrés, hasta que los jadeos se tornaron deliciosamente escandalosos. Se puso rígida y se agarró al cuerpo de Andrés anhelando el orgasmo pero él paró las caricias y la empujó con suavidad para que se apoyara en el suelo a cuatro patas, entre los pies de Juan. La cogió por las caderas para levantarle el trasero, se inclinó y comenzó a besarla entre las piernas. Se estremeció con un suspiro de placer. A una distancia prudencial Gabriela sentada en un sillón tampoco perdía detalle. Tenía una pierna subida al apoyabrazos del sillón, y en esa postura la túnica que tenía por vestimenta no la tapaba del todo, dejando ver sus bonitas piernas, y sus muslos hasta casi las ingles. Miraba la escena mientras con una mano se masajeaba uno de sus pechos.
Juan podía verlo todo desde donde estaba, podía ver la forma de corazón que tenía el culo de María José y también podía ver el perfil de Andrés hundido allí. Andrés le separó las nalgas con los dedos y con la lengua le acarició profundamente todo lo que había entre los muslos de María José, consiguiendo que ...
... jadeara y se convulsionara gimiendo de forma escandalosa. Andrés desplegó su arte para penetrarla con los dedos y comenzó a acariciarla por dentro, empujando los dedos y haciendo que la espalda de María José se arqueara. Ni el coño ni el ano quedaron libres de esos dedos prodigiosos. Las sombras que arrojaban las luces de las velas sobre su piel creaban una sensación cálida y la piel femenina brilló de sudor. Con extremada lentitud, Andrés se inclinó sobre las nalgas de María José y comenzó a lamer su entrada trasera hasta que ella gritó y se retorció.
Gritó y cerró los puños sobre la almohada, retorciéndose de placer. Se puso tan tensa como estaba momentos antes con Juan, y entonces Andrés dejó de acariciarla, la cogió por las caderas y la penetró de una sola vez de forma enérgica, quedándose quieto completamente hundido en ella. Gritó convulsionándose. Cuando se le pasaron los temblores, apoyó las manos en el suelo y levantó el pecho. Andrés se acomodó mejor y comenzó a mover las caderas a un ritmo lento y profundo, bombeando y sacudiendo su cuerpo cada vez que la golpeaba. A veces levantaba la mirada buscando a Juan que estaba tan excitado como hacía tiempo que no lo estaba.
Andrés aceleró el ritmo y María José fue incapaz de seguirle. Al mismo tiempo la rodeó la cintura con los brazos y apretó sus pechos, que empezó a frotar y pellizcar hasta que le arrancó unos dulces gritos de placer. Andrés fue a más.
Juan podía oír el sonido del cuerpo de Andrés golpeando las ...