La desconocida
Fecha: 24/04/2024,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: Carmen Van Der Does, Fuente: CuentoRelatos
... juntos.
¡Plaf!, con una bofetada la desconocida lo devolvió a la realidad.
—Meterte en tus propios pensamientos cuando se mantiene una conversación es de mala educación, Juan. Te estaba preguntando por María José.
Juan apretó la mandíbula y no contestó. La cercanía de la mujer le dejó verla un poco mejor y se quedó mudo ante su arrebatadora belleza. Tenía un tono de piel moreno. Su cabello, castaño claro y casi rubio en las puntas, que le llegaba un poco más arriba de los hombros, muy brillante que enmarcaba un rostro ovalado de líneas suaves y gesto aniñado. Los pómulos eran redondos, las mejillas llenas, la barbilla pequeña y con un hoyuelo que le daba mucha personalidad. Los labios tenían el tamaño justo. Pero lo que más inquietó a Juan fueron sus ojos negros.
—Bueno, ya me habían dicho que no eras muy hablador, y que eras más de acción. En ese caso, vamos a empezar.
Ella se dio la vuelta con un giro tan elegante que la tela de su vestido le rozó la piel con una suave caricia. Se dirigió hacia un hombre que había en la penumbra, alguien a quién no había visto hasta ahora.
Le miró, pero su rostro le era igual de desconocido. Lo que sí pudo hacer fue calibrar su musculatura, su piel bronceada que brillaba con las luces de las velas repartidas por toda la habitación. La mujer tocó el abultado brazo de aquel individuo, una caricia que no tenía nada de inocente y se colocó detrás de él, asomando el rostro por encima del hombro.
—Este es Andrés, y ya te ...
... conoce bien. Los nudos de esa tela que te sujetan los ha hecho él, —comentó mientras le acariciaba el estómago duro y plano, deslizando los dedos sobre su piel tostada hasta el borde del calzoncillo. Si aquella caricia debía excitarle o algo por el estilo, ella estaba yendo por el camino equivocado. -Andrés es un hombre complaciente, mueve las caderas de forma increíble y tiene la polla tan grande como el mismísimo Dios. -Mientras hablaba, la desconocida le quitó el calzoncillo desnudando por completo al hombre.
Juan hizo un gesto, se imaginaba por donde iba el juego y, la verdad, le daba exactamente igual como tuviera la polla ese tal Andrés. Si lo que iban a hacer era violarlo, perdían el tiempo.
La mujer le dio un mordisco en la oreja a Andrés y éste ronroneó complacido. Su pene se arqueó ligeramente. Juan miraba el despliegue de erotismo con absoluta indiferencia.
—Ve a darle una lección, campeón – dijo la mujer.
Andrés se acercó a Juan, y estudió el cuerpo masculino, se dio cuenta de varias cosas. Tenía la piel bronceada, el cuerpo atlético. Pensó que era el típico chulo de gimnasio que se dedicaba a complacer mujeres, manteniéndose siempre en forma para agradar a las féminas.
Andrés alargó la mano y empezó a acariciar a Juan. Él ni se inmutó. Su cuerpo no reaccionó al contacto, no iba a hacerlo. Las manos de Andrés no es que fueran muy suaves, pero sus caricias no eran dolorosas, ni impacientes, ni frías. Sabía cómo tocar para dejar un rastro de calor por la ...