1. Nuevo trabajo en la costa


    Fecha: 27/04/2024, Categorías: Hetero Autor: Tinopascual1, Fuente: CuentoRelatos

    Buenas tardes con todos, nuevamente me ha picado la espina de escribir un relato 100% real, y es que con el paso de los años inevitablemente vienen a la mente las experiencias mórbidas vividas, y los placeres que han alegrado nuestras noches.
    
    Primero que nada quiero reconocer que no es muy común encontrar relatos de personas de mi país, Ecuador, al parecer no somos muy aplicados a escribir nuestras historias, y en el caso de las mujeres como que aún existe pudor o vergüenza (especialmente en las mujeres de nuestra serranía), y de verdad como que si tengo mucha curiosidad por historias donde refiera ciudades, provincias y hechos de mis paisanos/as que permitan imaginar las situaciones sexuales con aproximación a lo que es mi situación real.
    
    A finales del 2018 me quede sin trabajo, y únicamente me ofrecieron un puesto de rango medio en una empresa industrial en Santo Domingo, una ciudad de provincia a 200 km de Quito. Tomé el trabajo y arrende una pequeña suite a dos kilómetros de la planta y el centro de acopio, o sea era un ambiente rural en que solo ocasionalmente salía a la ciudad, y en el que mis días transcurrían entre desayuno en soledad, trabajo en planta con equipo mayoritariamente de técnicos, contadores y demás funcionarios que terminada la jornada cada cual se retiraban a sus casas, o sea tenía mucho tiempo en soledad.
    
    Un día cualquiera entre semana, por alguna razón que no recuerdo, me quede hasta más tarde en la oficina, siendo que ya no había ningún ...
    ... otro funcionario en el piso, cuando suena el teléfono interno donde me llamaban a confirmar la merienda, grata sorpresa, no sabía que a la noche tenía derecho a ese alimento, el hecho es que me demore otro rato mas y cuando baje al comedor la señora encargada ya estaba limpiando y retirando las mesas.
    
    Algo molesta por mi demora me pregunto si tenía inconveniente en merendar adentro de la cocina, a lo que le respondí que no tenía inconveniente.
    
    Mientras calentaba los alimentos pude verla con mas detenimiento, antes no me llamo la atención por lo apresurado que resultaba el horario de almuerzo, y también por el comportamiento propio de los jóvenes que molestaban y endulzaban a las meseras y a la señora de la cocina con zalamerías, vaciles, y hasta groserías.
    
    Era una mujer de unos 40 años, mulata, caderas anchas y contextura mas bien delgada, grandes ojos negros y unas tetitas pequeñas que saltaban bajo la blusa evidenciando la ausencia de sostén.
    
    Empezamos a conversar, acerca de mi reciente incorporación, que era lo que antes hacía en Quito, que si me gustaba la costa, que por donde vivía, que si es casado y porque no viene su mujer a acompañarle. A lo que le respondí que no puede por el trabajo.
    
    Sentí su mirada diferente, me estaba coqueteando, bajo el tono de su voz y se tomaba muy seguidamente un fleco de ese cabello ensortijado.
    
    El momento en que me sirvió la comida sentí en mi hombro la dureza de su pierna, así como ese olor característico de la mujer negra, ...
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