1. Secuelas de una pandemia (III): Cruzada


    Fecha: 27/04/2024, Categorías: Gays Autor: LetraEros, Fuente: CuentoRelatos

    Serían las dos de la mañana cuando Diego se despertó al oír los gemidos eróticos de una mujer. Sin saber si se trataba de un sueño (que por cierto le provocó una erección), se sentó en la cama hasta que entendió lo que ocurría. Algo molesto se puso de pie, abrió la puerta de su cuarto y se dirigió al living para encontrarse con lo que ya sospechaba: Pato, desvelado, miraba una porno mientras se hacía una paja.
    
    Si decir nada, Diego se sentó al lado de su amigo y comenzó a ver la peli. Dos machos de cuerpos trabajados y pijas gigantes le cogían la concha y el culo a una rubia tetona que no paraba de gritar. Pato se manoseaba la chota con lentitud sin sacar los ojos de la tele. Diego miraba la pantalla, adormilado, y se acomodaba la verga que le hacía carpa dentro del bóxer.
    
    Como en trance, sin ningún preámbulo, Diego tomó la pija de Pato y comenzó a Pajearlo. El aludido contuvo la respiración por un segundo hasta que la sorpresa dejó paso al disfrute. Dejó su mano a un lado y lentamente se la llevó al pecho para acariciarse: otro hacía el trabajo por él.
    
    Era fabuloso sentir cómo los dedos de Diego ejercían la presión justa, cambiaban de ritmo inesperadamente o pasaban del glande a los huevos indefinidamente. Fue una paja larga, en silencio, cargada de sensualidad y camaradería.
    
    Comprobando que el clímax estaba cerca, Diego aceleró el ritmo con firmeza y sin pausa, hasta hacer estallar a su amigo en un chorro de leche que lo salpicó en varios puntos. Lejos de ...
    ... interrumpir su labor para limpiarse, siguió acariciando la cabeza morada y brillante de semen por unos minutos más.
    
    –¿Estás bien? –preguntó Diego en un susurro.
    
    –Joya, amigo. Gracias.
    
    –Que descanses –agregó mientras se secaba la leche de Pato en el bóxer, camino a su cuarto para seguir durmiendo.
    
    ***
    
    Aquella tarde, Diego estaba al palo y se disponía a ver una porno, cuando Pato llegó de hacer la compra en el súper.
    
    –¡Cómo estamos hoy! –dijo Pato riendo. ¿Ya vas por la segunda?
    
    –Ahá. Estoy alzadito…
    
    –Che…
    
    -¿Qué pasa?
    
    -Nada, digo… ¿Querés que te pajee? –preguntó Pato fingiendo naturalidad –. Esta vuelta me toca a mí.
    
    –¿En serio me lo harías?
    
    –No, bueno. No sé... Si querés… yo…
    
    Diego iba a contestar “dale”, pero en un segundo cambió su respuesta:
    
    –No, dejá. Mejor hagámonos una cruzada.
    
    Pato prefería esta propuesta; pajear a su amigo no le cerraba del todo. Aunque se lo había ofrecido de buena gana algo lo incomodaba; una cosa era pajearse frente a frente y otra muy distinta era tocarle la pija a su amigo. Enseguida, apagó la tele y se puso en bolas en dos segundos. No necesitaban la porno.
    
    Un poco inseguros, ambos de pie, comenzaron a manosearse las vergas. Iban al mismo ritmo al principio, como en espejo, para comenzar luego una alternancia con la intención de sorprenderse mutuamente.
    
    Frente a frente, los cuerpos se rozaban; el pecho peludo de Diego tocó los pezones de Pato erizándolos, en tanto las respiraciones se agitaban cada vez ...
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