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Secuelas de una pandemia (III): Cruzada
Fecha: 27/04/2024, Categorías: Gays Autor: LetraEros, Fuente: CuentoRelatos
... más y el calor del aliento les entibiaba la piel. Pato, o Diego, o ambos a la vez (¿Quién puede decir quién fue el primero?) juntaron sus labios en un beso profundo y húmedo que hizo explotar las vergas inflamadas en un baño de leche tibia. Sin palabras que decir, unieron sus cuerpos en un abrazo que detuvo el tiempo indefinidamente hasta que, agotados, se tumbaron en el sillón para quedarse dormidos. *** Pato despertó primero. Le costó unos segundos entender qué hacía la cabeza de Diego apoyada sobre su pecho. “Dios, esto es una locura”, fue lo primero que pensó mientras observaba la pija de su amigo completamente al palo. Todo era tan confuso: se sentía pésimo y culposo, pero no podía dejar de admitir que lo que pasó unas horas atrás le había resultado genial. Había experimentado un leve punto de ternura que completaba la experiencia sensorial y puramente genital que tanto le gustaba. Pero estaba mal. Eso era de putos. Y sin embargo no podía dejar de mirar la chota de Diego que palpitaba como si tuviera vida propia. Nunca había pensado que una verga le hubiese podido parecer algo bello. No, no era esa la palabra. Atractivo. Tampoco. Ese cilindro de carne erguido, recubierto de piel suave, atravesado por venas poderosas era fascinante de ver. Fascinante, eso: el adjetivo que buscaba. En tanto, el peso de la cabeza de Diego moviéndose al ritmo de la respiración de su pecho, la sensación de sentir sobre su cuerpo el cuerpo de otro hombre recostado, durmiendo ...
... plácidamente, completaba aquel estado tan especial. Y segundos después, volver a pensar que todo estaba mal, que era un error. Pero a la vez, esa saliva tibia que salía de las comisuras de la boca de Diego y que se depositaba sobre su vientre parecía desafiar aquella lógica de lo que estaba mal, porque todo eso se sentía tan bien... era tan placentero, tan sensual, tan motivo para que la pija de Pato respondiera poniéndose dura… Diego abrió los ojos y frente a sus narices, la chota de Pato. Gruesa, blanca, lisa. Tan erecta que el prepucio se había corrido levemente para dejar ver la cabeza rosada y reluciente. Pensó: “qué linda verga tiene este hijo de puta”. Pensó también: “¿Estará dormido?”. Pensó además: “Yo también estoy al palo”. No se quería mover, no quería que Pato notase que estaba despierto. No quería romper ese momento; primero porque lo estaba disfrutando, pero sobre todo porque habría que hablar de esto, de lo que había pasado. Pato estaba sintiéndose incómodo en esa posición pero no quería moverse; no quería romper ese momento, primero porque lo estaba disfrutando, pero sobre todo porque habría que hablar de aquello, de lo que había pasado. Ambos estaban experimentando lo mismo en perfecta sincronía, sin saberlo, aunque sospechándolo. Enfrentar el placer puede ser atemorizante. Uno de los dos dijo “buen día”. El otro respondió: “¿Descansaste bien?”. No había mucho más que decir. *** Ese día fue un infierno. Ambos no dejaban de torturarse, de ...