Me desvirgaste… cabrón
Fecha: 05/05/2024,
Categorías:
No Consentido
Autor: Tonyzena67, Fuente: CuentoRelatos
... El contrato lo habíamos dejado en mi escritorio y solo era de volver, firmarlo, darnos la mano y cada uno para su lado a seguir celebrando aquellas fiestas de fin de año.
Entramos al edificio de mi oficina, caminamos escuchando los ecos de nuestro pasos, pues no había nadie por ser horas de la noche y porque pocos trabajan para estos días. Abro la puerta de mi oficina y firmo el contrato y se lo extiendo a Rose Mary. Me da la mano pero nos quedamos mirando a los ojos y no sé cómo pasó pero nos dimos un beso que parecía no tenía fin. Obviamente me tuve que agachar para saborear sus labios que tenían el sabor de la copa de merlot que Rose Mary acababa de degustar. Yo sabía que quería más y bajé por su cuello mientras mis manos se posesionaron de ese culito redondito y solo sentí su aliento haciendo ruido en mi lóbulos, pero igual sabía que Rose Mary era presa del miedo o nerviosismo, pues sentía un temblor en su cuerpo. No sé cuanto duró ese primer beso y nos mantuvimos besándonos por largo tiempo y ni yo supe cuando la tenía sobre mi escritorio donde estaba el contrato. Realmente no supe cómo le desabotoné los botones de su blusa, pero de repente me encuentro con sus pechos redondos y duritos y comencé a mamarlos. Me encantaba ver esos ojos de niña viviendo los placeres de esta lujuria y mientras le chupaba los pezones sobre sus pantalones negros ejecutivos le sobaba esa panocha que en ese momento sabía me iba a comer.
La verdad que solo oía sus gemidos, esa ...
... respiración profusa que solo te incita a continuar. Le chupaba su conchita sobre el pantalón, pero por la tela, sus jugos vaginales manchaban ya el pantalón y esta niña suspiraba, gemía al sentir el calor de mi boca por sobre esos pantalones en medio de sus piernas. Su primer orgasmo fue de esa manera, presionando mi boca por sobre sus pantalones y sentí esa vibración de su cuerpo y como eventualmente movía su pelvis para sentir ese calor de mi boca. Quería sentirla más cerca y fue cuando ella me dijo: “No”.
¿Cómo uno se puede detener viviendo todo eso? La verdad que aquel “no” me pareció a un sí. Le quitaba sus pantalones mientras ella me arañaba la parte posterior de mi cabeza. Como pude la sujeté y le quité su pantalón negro ejecutivo y quedaba con un cachetero blanco que estaba empapado de sus secreciones y mi saliva. Sentía su sexo vibrar, cómo olía y cómo vertía esa miel que se podía diferenciar de mi saliva… sus jugos vaginales eran gruesos y, los saboreé sobre ese calzón cachetero. Se vino una segunda vez, aunque Rose Mary me decía que parara. Como podía parar en estas circunstancias… mi verga estaba a mil y esta chica seguía gimiendo de placer, pues no podría decir que era algo diferente. En ese escritorio y sobre ese contrato le asomé mi glande y se lo he hundido todo y Rose Mary gritó: “Me desvirgaste… cabrón”. – Parecía una batalla o un terremoto, pero quizá por estar exhaustos en esa lucha, terminábamos relajados. Su panochita y la cual sangró expulsaba mi esperma y ...