1. Sexo con mi vecina madura a cambio de un potaje gitano


    Fecha: 08/05/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Omar89, Fuente: CuentoRelatos

    ... despedí sin más, con una sensación agradable por su simpatía y bondad hacia mí. No pensaba darle más vueltas al asunto, pero es que nos encantaron aquellas habas. Esto es lo que tiene que nuestros padres nos hayan creado como unos inútiles, que no sabemos cocinar y dependemos de nuestras madres para comer caliente, o en este caso, mi vecina madura.
    
    Al día siguiente, Daniel me dijo que por qué no iba a hacerle compañía de vez en cuando para alegrarle la vista o algo más y así poder comer cosas del estilo. Nos moríamos y seríamos capaz de matar por comer un potaje gitano y unas lentejas con chorizo. No había estado nunca con una mujer de su edad, pero estaba dispuesto a todo con tal de comer. Mi compañero me recomendó ir a verla para ver si podía ayudarla comprando algo en el supermercado. Me puse unos pantalones vaqueros ajustados y una camiseta de color negro, me eché colonia y fui a verla.
    
    “¿Necesitas que vaya a comprarte algo al supermercado, Lola?”, le pregunté. “Ay, niño, no, muchas gracias, yo compro a domicilio y me lo traen a casa, pero te lo agradezco igualmente, ¿no te apetece algo para ti y tu amigo?”, me preguntó. Claro que me apetecía, sólo Dios sabía lo que me apetecía comer en caliente y dejarme de frituras y congelados. Así que Lola me invitó a entrar a su casa y mientras puso a calentar un potaje gitano (Dios, qué ganas tenía de un potaje gitano), me mostró su casa. Me llamó la atención un pequeño altar dedicado a la Virgen del Valle Coronada, patrona ...
    ... de Écija, y algunas medallas relacionadas con premios de Danza, pues Lola se había dedicado profesionalmente al baile, en especial flamenco y danza oriental. Lola me enseñó una foto donde aparecía ella con otras dos chicas: las tres llevaban unas faldas largas que llegaban hasta los pies, pero abiertas por los lados, mostrando sus hermosas piernas. Por la parte de arriba, llevaban un sujetador con lentejuelas, mostrando unos pechos firmes y deliciosos. El vientre quedaba al aire, quedando bastante sexy.
    
    “¡Qué guapa estaba aquí!, ¿verdad?”, me dijo. “Sí, la verdad es que tenías buen tipo. Aunque ahora también lo tienes, no significa que ahora no…”, dije torpemente. “Calla, mi niño, no seas zalamero”. “La verdad, Lola, te mantienes muy bien, justo lo estuve comentando con mi compañero de piso”. “Uy, niño, me vas a poner colorá”. Entre estos y otros comentarios estábamos cuando Lola me invitó a sentarme en el tresillo del salón y me puso una cervecita y unas patatas. El potaje gitano ya estaba listo, pero podía guardar tiempo. Hablamos de nuestras vidas, y me enteré de que Lola era divorciada y tenía un par de hijos un poco más jóvenes que yo. Según me dijo, se había divorciado al no poder soportar su marido que bailara semidesnuda ante tantos desconocidos, que se la comían con los ojos. Llevaba ya un par de cervezas cuando me sentí desinhibido y le dije, “pues Lola, espero que no te importe, pero menudo tonto debe ser ese hombre para dejarte con lo guapa que eres, y lo bien ...