1. Sexo con mi vecina madura a cambio de un potaje gitano


    Fecha: 08/05/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Omar89, Fuente: CuentoRelatos

    ... que cocinas. Si yo fuera ese marido no te hubiera dejado nunca escapar”. Lola rio y al rato, poniendo su mano en mi muslo, casi, casi al lado de la entrepierna, me dijo: “¿te apetece algo más que un potaje?” Y acto seguido la besé. Estuvimos besándonos en el sofá, acariciando su rostro, menos suave que el de una chica joven, pero igual de excitante, hasta que decidió levantarme la camiseta y poder acariciar mi torso peludo. “Cómo me gustan los hombres peludos”, dijo.
    
    Le quité a ella una blusa de color púrpura que llevaba, dejando al aire sus pechos, únicamente ocultos por un sujetador negro. Le desabroché ese sujetador con la mano derecha mientras con la izquierda sostenía su nuca mientras la besaba. Al caer el sujetador, vi sus enormes pechos (me enteré después que su talla era 110 C), los cuales quizás no tenían la firmeza de aquellas fotos donde la había visto bailando de joven, pero eran más grandes y guardaban el regalo de la experiencia: esos pechos habían desahogado el amor de varios hombres antes que yo. Mi pene estaba durísimo, y Lola estaba más caliente que muchas de las chicas de más o menos mi edad con las que había estado. Con un brillo en sus hermosos ojos negros me desabrochó la cremallera, me hizo ponerme de pie y quitármelo al mismo tiempo que ella se tumbaba sobre el tresillo y se bajaba la falda y las bragas. Me dio permiso para penetrarla sin condón, ya que a su edad no podía quedarse embarazada y tanto ella como yo estábamos libres de enfermedades ...
    ... venéreas. Comencé a penetrarla y la forma con que ella apretaba los músculos vaginales parecía que iba a hacerme explotar en cualquier momento, cosa que ocurrió.
    
    Pensé que quizás la había decepcionado por haber durado tan poco, pero ella me hizo incorporar, se puso encima de mí y me dijo: “Cariño, esto le pasa a cualquiera, y además, ahora puedes rematar tu faena”. Me empezó a besar hasta que el pene volvió a estar erecto, y así, se lo acomodó en su interior y empezó a cabalgar sobre mí mientras sus enormes pechos chocaban contra mi cara. Tocaba a Lola con mis manos, recorriendo su trasero (muy firme), su torso (sus michelines saltando arriba y abajo eran hipnóticos, como una de aquellas “BBW” o “Big Beautiful Woman” de los videos pornográficos que veía a veces, si bien Lola sólo estaba algo rellenita) y finalmente sus enormes tetas, que me llevaba a la boca, lamiendo con placer sus pezones, lo que la hacía gemir. “Te gustan las tetas de mami, ¿verdad?”, me decía. Que hablara como si fuera mi madre me creaba una sensación extraña, mezcla de excitación y extrañeza (¿quizás culpabilidad?), pero consiguió endurecérmela más. Fue cuando empecé a respirar de forma profunda y a gemir, a lo que Lola me dijo “sí, cariño, córrete dentro de mí”, mientras encogía los músculos vaginales, lo que aumentó el placer. Empezó a gemir casi a coro conmigo hasta que me vine en su coño.
    
    Lola me besó mientras acariciaba mi pelo, llamándome “mi niño” y diciendo “pobrecito, es que no comes nada y te ...