Papá me da leche
Fecha: 08/05/2024,
Categorías:
Incesto
Autor: AlonsoLima, Fuente: CuentoRelatos
Con el dinero que me daba mi tío José Antonio cada mes, comencé a cambiar toda mi ropa. Empecé a comprarme ropa más moderna y coqueta. Cambié también mis calzones de niña buena, que aún me compraba mi mamá, a pesar de ya tener 19 años, por unas coquetas tangas que siempre había querido tener. Mi mamá me dijo una vez, que las vio tendidas luego de lavarlas, “hijita ya eres una mujer completa”. Esas palabras dijeron mucho más de lo que se entendía literalmente.
Más de una vez encontré a mi papá en la lavandería. Mirando mis tangas. Una de ellas lo encontré con el pantalón con su pene erecto, un bulto muy grande resaltaba, no podía disimularlo. Lo quedé mirando y sentí que se turbo un poco y se retiró.
Me quedé pensando en la entrepierna de papá. Me comenzó a excitar que él se excite por mí. Hasta ese momento no había tenido ningún pensamiento impropio con él. Pero, saber que me deseaba, me hizo empezar a sentir cosas que no había sentido antes.
Algunas noches que estuve calentona, me masturbé pensando en papá. Me introduje los dedos pensando que era él quien me cogía. Luego de llegar me sentía un poco rara, pero el deseo por mi papá fue algo que se me hacía difícil de manejar.
Una tarde, que mamá no estaba, mi papá estaba viendo tv en la sala. Estaba algo caliente y me vinieron muchos pensamientos locos a la mente. Me dieron ganas de provocarlo para luego masturbarme en mi habitación. Salí de mi habitación hacia la cocina. Tenía una remera arriba, sin brasiere y ...
... abajo sólo usaba tanga. Antes de salir me vi en el espejo y, según yo, se me veía muy provocativa.
Salí de mi habitación. Caminé por la sala, frente a mi papá, y pasé a la cocina. Me demoré unos minutos moviendo cosas allí y mirando hacia la sala. Me di cuenta que mi papá empezó a tocarse la entrepierna. Eso me calentó más y decidí avanzar un poco más en mi juego de provocación. Lo llame, “papi me alcanzas el azúcar”. Estaba en un estante alto, yo podía tomarla, pero me dieron ganas de tenerlo cerca.
Vino a la cocina. En el camino se acomodó su pene ya erecto. Me preguntó que pasaba y le dije “papá esta dura la puerta”. Ni siquiera había intentado abrirla. Llegó, la abrió sin problemas y me alcanzó el azucarero. Me acerqué a él, le besé la mejilla y le dije “gracias papito”.
Tenerme así cerca lo provocó demasiado. Me abrazó. Me pegó a él. Sentí la firmeza de su erección y estaba muy excitada. Pero no me animaba a más. De pronto, sentí como sus manos bajaron por mi espalda y tocaron mis nalgas. Estaba sólo en tanga, sentí sus manos directamente sobre mi piel. Quebré un poco la cadera y él se dio cuenta que me agradaba el momento y me empezó a acariciar las nalgas con firmeza. Al igual que mi mamá, me dijo “hijita ya eres toda una mujer”, pero el tono de sus palabras decía algo distinto, algo lleno de deseo y lujuria. Lo sentí y sentí que era el momento.
Lo abracé más fuerte y se pegó aún más a mí. Su pene erecto ya se sentía con firmeza. Lo aparté y mirándolo a los ...