Follaba conmigo pensando que follaba con su marido
Fecha: 11/05/2024,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Kiko, Fuente: CuentoRelatos
Cuando entró por la puerta de la tienda pensé que iba a hacer una buena venta, ya que casi seguro venía a comprar una cama reforzada, pero la muchacha venía por otra cosa. Al llegar al mostrador me preguntó:
-¿Es usted el dueño?
-No, no soy el dueño, soy el transportista, el que lleva los muebles a su destino después de que los vendemos. ¿En qué puedo ayudarla?
La muchacha luciendo su mejor sonrisa me respondió:
-Leí el letrero de la puerta y dice que necesitan una vendedora.
-Un momento.
Saqué el móvil del bolsillo e hice una llamada.
-Jefa, tengo aquí a una chica que viene a por el puesto de trabajo.
-"¿Cómo es, Enrique?"
-De mi estatura, morena de piel, de ojos oscuros, con el cabello negro y corto, guapa y voluminosa?
-"¿Gorda?"
-Sí.
-"Pregúntale cómo se llama y si tiene experiencia en ventas."
Mire para la muchacha y le dije:
-Dice si...
La muchacha que había oído a mi jefa, me dijo:
-No tengo experiencia en ventas, este sería mi primer trabajo, mi nombre es Gabriela y soy venezolana.
-Dice que este es su primer trabajo, jefa, que se llama Gabriela y...
-"La oí. ¿A ti que te parece, Enrique?"
-Que tengo que llevar unos muebles y podía quedar en mi sitio si quiere empezar ahora.
Gabriela me dijo:
-Puedo.
La jefa la oyó.
-"Que quede a pruebas."
Le explique a groso modo cómo iba la cosa y fui a hacer mi trabajo.
Un mes más tarde Gabriela había aumentado las ventas un trescientos por ciento y ...
... ya estaba fija.
Gabriela era una veinteañera, casada, gruesa, medía cerca del metro setenta, tenía cara de niña. Tenía una caída de ojos que enamoraba al verla y una manera de hablar que cautivaba al tratarla.
El primero en quedar prendado de ella fui yo, que en aquellos tiempos era un cuarentón y estaba separado.
Un sábado por la noche que estábamos haciendo inventario en el almacén, le entré:
-¿Qué tal tu vida sexual, Gabriela?
-¿Por qué lo preguntas, Enrique?
-Porque la mía es inexistente.
-¿De verdad?
-Sí, me hago más pajas que un mono.
-Vaya, es una pena, aún estás de muy bien ver.
-¿Alguna vez has pensado en hacerlo con otro hombre?
Me respondió con otra pregunta.
-¿Le metiste tú los cuernos a tu mujer?
-Por eso estamos separados. ¿Y tú?
-Eso no se le pregunta a una mujer.
-Ya, aunque fueras infiel no me lo ibas a decir.
Gabriela cambió de tema.
-También hay que pedir más fundas de almohadas.
Hice una anotación en la libreta y después le acaricié el culo. Gabriela me dijo:
-Estate quieto.
Al no tomárselo a la tremenda me envalentoné y le pregunté:
-¿Te da tu marido toda la caña que necesitas?
-Esas son cosas íntimas.
-Eso quiere decir que no. ¿Echamos un polvo?
Gabriela empezó a abrirse de piernas en el momento que me dijo:
-No digas tonterías, paso hambre, pero no tanta como para ser infiel a mi marido.
-Quitémonos el hambre.
Volvió a cambiar de tema.
-Vamos a mirar cómo andamos de ...