1. Follaba conmigo pensando que follaba con su marido


    Fecha: 11/05/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Kiko, Fuente: CuentoRelatos

    ... alfombras.
    
    -¿Por qué no miramos por nosotros?
    
    -¿Qué quieres decir con eso?
    
    -Que yo hace tiempo que te deseo, y...
    
    No me dejó acabar la frase.
    
    -Si estoy gorda cómo una vaca, que carajo vas a desearme, lo que quieres es hacer otra muesca en tu pistola.
    
    -Mi pistola ya disparó varias veces mientras te follaba con mi imaginación.
    
    Estaba a su espalda. Le levanté el vestido, le metí la mano dentro de las bragas, con la yema del dedo medio de la mano derecha le acaricié el ojete y con la otra mano le magreé teta izquierda. Gabriela no se mosqueó, al contrario, me dijo:
    
    -Estás jugando con fuego y vas a salir quemado.
    
    -¿Quemado? Mi segundo nombre es bombero.
    
    Gabriela debía pasar más hambre que yo, pues hizo falta bien poco para que se desatase.
    
    -Tú te lo has buscado.
    
    Me empotró contra un armario, me agarró las manos y la libreta cayó al piso. Su lengua se metió en mi boca y me besó con lujuria, después me soltó las manos, me bajó la cremallera del mono y se encontró con la polla empalmada, ya que no llevaba calzoncillos puestos. Me cogió la polla y la meneó mientras me besaba en la boca y en el cuello, después me besó las tetillas, y por último y en cuclillas me mamó la polla con ganas atrasadas. Cuando se volvió a poner en pie, la puse a ella contra el armario, le bajé la cremallera de su vestido blanco y después se lo quité, le quité el sujetador negro y unas tetas grandes con areolas negras y gordos pezones quedaron al descubierto. Las cogí con ...
    ... las dos manos y le lamí y chupé tetas y pezones. Después le bajé las bragas y vi su coño, un coño gordo y peludo.
    
    Bajé besando su barriga, sí tenía barriga, besé sus michelines, sí, tenía michelines, besé sus estrías, sí tenía estrías, tenía cartucheras, tenía celulitis en sus gordas piernas y tenía..., y tenía un polvo grande cómo un mundo. Mi lengua se perdió en medio de sus labios mojados. Subiendo y bajando entre ellos hice que soltase sus primeros gemidos. Luego le abrí el coño con dos dedos y lamí de abajo a arriba, arriba estaba el gordo glande de su clítoris, glande que chupaba al llegar a él. Gabriela lubricaba muchísimo, era cómo si se estuviera corriendo continuamente. Me encantaba sentir mi lengua pringada de jugos. Cuantos más tragaba más me daba... No paré de comerle el coño hasta que aquel monumento de mujer me dijo:
    
    -Voy a acabar.
    
    Le enterré la lengua en la vagina. En segundos se corrió y lo hizo riendo, temblando, moviendo su pelvis de abajo a arriba y de arriba a abajo y tirándome de los pelos.
    
    En una esquina había un colchón que habíamos retirado por haber venido defectuoso. Sonriendo me llevó hasta él con cariñosos empujones. En un plis plas me tenía desnudo y empalmado sobre el colchón. Dándome la espalda se sentó sobre mi polla. Tenía el coño estrecho y mi polla entrando y saliendo de él no tardo ni un minuto en querer derramar chorros de leche. Se lo hice saber para no dejarla preñada.
    
    -Me voy a correr, Gabriela.
    
    Sacó la polla, la metió ...