1. Mi suegra, un amigo, Yesica y yo cogiendo en Tepoztlán


    Fecha: 15/05/2024, Categorías: Incesto Autor: RRuser, Fuente: CuentoRelatos

    En uno de esos días jueves que no vendíamos tortas, decidimos irnos de paseo junto a mi suegra Melinda a subir el cerro del Tepozteco. Quienes viven en el centro de México ya lo han de ubicar, para quienes no son de aquí, les contamos que es un municipio de Morelos y una de sus atracciones es un cerro en el cual en una de las partes altas tiene unas ruinas arqueológicas, una de las razones por la cual es un destino turístico.
    
    En aquellos años teníamos un amigo que vivía ahí en Tepoztlán, con mucha condición física para subir y bajar ese cerro y al haber nacido ahí, conocía muchos senderos y el modo de subir a otras partes más altas de ese conjunto de montañas. Su nombre es Mario.
    
    En esa ocasión él nos recibió en la caseta de cobro, que era el lugar donde hacían parada los autobuses. Yesica y Melinda prepararon unas tortas y ensaladas, pues la idea era subir y explorar lugares a los que los turistas tenían prohibido pasar, pues en muchas ocasiones ha habido personas que se extravían por no conocer el lugar, pero nosotros llevábamos un buen guía.
    
    Para Melinda era la primera vez que subiría al cerro, Yesica y yo ya habíamos ido en varias ocasiones, si bien no teníamos la condición física de Mario, sí alcanzábamos a llegar a la cima. A la mitad del camino, Mario nos sacó por un sendero, el cuál debíamos escalar agarrándonos de algunas raíces de los grandes árboles que hay ahí, pasamos por barrancas y en algunos lugares, nos abrazábamos al cerro para pasar de un lado a ...
    ... otro. Y luego de un buen rato y de sortear varios peligros, estábamos en la parte más alta que el de la pirámide a la que se tenía permitido acceder.
    
    Estando en la parte de arriba y luego de recuperar el aliento, disfrutamos de la maravillosa vista, nos tomamos fotos, exploramos entre los árboles y descansamos bajo la sombra de los árboles, preparamos la manta en dónde comeríamos y nos dimos cuenta que no llevábamos qué tomar, nos reímos nerviosos pues todos teníamos mucha sed, pero nadie se acordó de comprar bebidas.
    
    Mario se ofreció a ir a comprar, pues él ya se conocía muy bien el camino, calculó que en una media hora estaría de regreso, sólo nos pidió que lo esperáramos para comer. Apenados, le dimos dinero y le agradecimos.
    
    Nos recostamos sobre el mantel. Yesica y yo nos empezamos a besar, no tardamos en ponernos calientes, pues nunca habíamos tenido la oportunidad de hacerlo al aire libre. Nos quitamos la ropa y les aseguro que disfruté mucho el sabor a sal de su piel, pues habíamos sudado mucho al subir el cerro. Besé su cuello y sus hermosas tetas, le dediqué tiempo a sus pezones, pues me decía sentir rico que el aire fresco que hay a esa altura, secara mi saliva sobre ellos. No podía tocar su vagina, pues nuestras manos estaban muy sucias, al darse cuenta Melinda que mi novia sólo se frotaba una pierna con otra, se acercó y con cuidado abrió sus piernas y metió su cara entre ellas, Yesica se estremeció y levantó más su pecho, mi suegra le hacía un muy rico ...
«123»