Dos a un tiempo
Fecha: 20/10/2018,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Yo estaba esperando el autobús que cada día a la misma hora me llevaba a casa después de mi jornada de trabajo, ese día me sentía especialmente cansada y no solo del duro día que había tenido en el hospital donde trabajaba como enfermera, sino que estaba cansada de mi vida en general, una vida monótona en la que todo, salvo la identidad de los personajes era igual cada día al anterior y al siguiente, y nada excitante ocurria desde hacía mucho tiempo. Mi autobús venía con retraso.
Esto significaba que además de estar esperando mas tiempo, lo cual ya era un castigo por los incómodos zapatos de tacón que llevaba, encima el autobús vendría lleno por lo que no encontraría ningún asiento y tendría que hacer el recorrido de pie.
Veinte minutos después de su llegada habitual divisé a lo lejos el autobús y como había imaginado estaba lleno, subí los tres escalones saludé con desgana al conductor al que ya conocía de vista por las veces que había cogido el mismo transporte y a duras penas avancé unos metros colocándome como pude entre una señora mayor que protestaba porque la gente no pasaba al fondo y un par de estudiantes de arquitectura que hablaban sobre una asignatura de su carrera, de la cual yo no sabia nada de nada.
A los pocos minutos de haber arrancado el autobús sentí un leve roce en mi fina falda, roce al que no presté la más mínima atención, el autobús iba completamente lleno y esas cosas eran normales, de hecho, ni siquiera miré hacia detrás, pero unos ...
... segundos después el mismo leve toque se repitió y a causa de mi cansancio esta vez si miré como si fuera a matar a alguien, el enfado que se manifestaba en mi rostro cambió de inmediato cuando vi al hombre que tenia a mis espaldas, tenia unos treinta y cinco años, debía medir un metro ochenta y cinco, su apariencia era corpulenta, su piel morena al igual que su pelo y sus ojos negros te atravesaban de una forma que un escalofrío me recorrió el cuerpo y me hizo de inmediato apartar la vista de aquella impresionante figura que estaba justo detrás de mi espalda y que me había mirado con una cara deseo como hacia mucho que ningún otro hombre me había mirado.
El tercer movimiento no se hizo esperar, esta vez fue mas intenso, noté perfectamente como la mano de aquel desconocido se había deslizado suave pero firmemente por mis glúteos, una mezcla de indignación y de nervios afloraban en mí, por mi mente había pasado armar un alboroto en el autobús y decirle a la cara cuatro cosas, pero yo no era la clase de mujer que hacia eso, ni siquiera era, (pensaba yo entonces), la clase de mujer a la que un desconocido sobara en un autobús, yo solo era la típica persona que pasaba completamente desapercibida por todos sitios y aquel tipo no tenía pinta de necesitar tocar ligeramente el culo de una del montón ya que seguro que mujeres increíbles se tirarían de inmediato en sus brazos, además no pude evitar cierto grado de excitación que se manifestó en mis pezones que se endurecieron en pocos ...