Dos a un tiempo
Fecha: 20/10/2018,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... si un día antes alguien me hubiera contado que estaría en la casa de un desconocido a solas con él sin que ni siquiera supiera su nombre no habría parado de reírme en un mes, pero lo cierto es que allí estaba yo, entrando en un piso con alguien con el que no había intercambiado ni una sola palabra.
Avancé por el estrecho pasillo hasta llegar al salón principal de la casa y las manos de aquel hombre me cogieron con firmeza mis pechos desde atrás mientras nuestros cuerpos se fundieron en uno, su lengua y su boca paseaban por mi cuello y creí que iba a desmayarme de la sensación que mi cuerpo estaba sintiendo en aquel momento.
Mientras me llevaba a su cuarto me quito la blusa y me desabrocho el sujetador quedando desnuda de cintura para arriba y una vez dentro de su alcoba me dejo caer en la cama de espaldas situándose de rodillas delante de mí, me subió la falda y comenzó a besarme y a morderme los glúteos y un momento después me dio la vuelta y a bajarme mis bragas.
Yo no podía creer lo que estaba pasando, me sentía desarmada, de mi boca sólo salían gemidos de satisfacción y me había abandonado a aquel maravilloso hombre que me había transportado a un mundo de sensaciones que yo pensaba no existía.
Una vez que me había bajado las braguitas me sentí indefensa, y cuando la cabeza de mi amante se acercó a mi clítoris, un rubor me recorrió de abajo a arriba incrementándose cuando sus dedos me perforaron por primera vez.
Estaba al borde del orgasmo, ese misterioso ...
... ser me manejaba con firmeza y haría cualquier cosa que él me pidiera, no podía mas iba a correrme, no podía controlar mi cuerpo que se movía en continuos espasmos cuando de repente el paró, levantó su cabeza y me miró con cara de satisfacción. Yo estaba completamente avergonzada, pero sin mas descanso me levantó y me sentó en una mesita que estaba cerca de la cama, me volvió a abrir de piernas y se metió en medio mientras me besaba sin darme tregua, paró un instante, para desabrochar los pantalones, y sacó el pene más duro, grueso y grande que yo jamás habia visto ni siquiera en fotos o películas, las venas se le marcaban en la piel como si quisieran reventar y su enorme cabeza brillaba como un espejo morado por la inmensa presión de su erección.
Entonces, situando su punta a la entrada de mi encharcada raja, me atravesó con el, grité de placer y el siguió con movimientos fuertes, uno tras otro, penetrándome más y más al mismo tiempo que me besaba el cuello y me pellizcaba ahora con fuerza los pezones.
En la habitación sólo se me escuchaba a mí que no podía parar gritar pidiendo mas, quería más de aquello que él me estaba dando, quería que no se acabara nunca, hacia tanto tiempo que nadie me hacia sentir así de deseable, hacia tanto tiempo que no sentía aquel inmenso placer. Él disminuyó el ritmo un poco, me miró sonriendo y yo le correspondí con la sonrisa mas seductora que supe conseguir, me bajo de la mesa y me puso de espaldas mirando a la puerta.
Estando en esa ...