1. Unas vacaciones con mis tías (2): Mi tía Candi y la bodega


    Fecha: 17/05/2024, Categorías: Incesto Autor: Alfil-1, Fuente: CuentoRelatos

    Nos pusimos a comer y el comportamiento de Sole fue la ostia, que bien sabía disimular. Yo estaba más nervioso que ella y procuré hablar poco durante la comida. Cuando estábamos acabando, ya pensaba en la paja que me haría a la hora de la siesta.
    
    Mi hermana y mi madre decidieron subirse a la terraza para tumbarse al sol. A mi me ofrecieron una copa mis tías mientras ellas recogían los cacharros. Me senté en uno de los sofás con medio vaso de whisky. Al cabo de un momento pensé en echarle más hielo y me fui hacia la cocina, entre por el pasillo y al llegar a la puerta, que estaba entreabierta, oí que Sole decía
    
    – Ufff, ha sido genial! No veas que polla más dura que tiene el muchacho! “Joder! Que se lo estaba contando a su hermana! Seguro que antes de la cena ya lo sabría mi madre!“. Me volví al sofá y espere nervioso hasta que salieran. Por fin salió Candi, llevaba una bata de flores de una tela semitransparente y se podía distinguir el bikini negro que llevaba debajo.
    
    – Quieres algo más, Pedrito?
    
    – No tía, así está bien!
    
    Salió Sole al momento y dijo.
    
    – Bueno, yo me voy a tumbar un rato!
    
    Y se subió escaleras arriba. “Joder, ahora estaba hablado con Candi que seguro que ya sabría todo. A ver que la digo si me insinúa algo!“. Pensaba yo mientras se acercaba ella con otro vaso de whisky.
    
    – Ven guapo! Te voy a enseñar el mejor sitio de la casa para tomarse una copa!
    
    La voz de Candi no era tan dulce, pero si más sensual. “Ahora donde querrá llevarme? ...
    ... Seguro que tiene una sala de interrogatorios!“. Pensaba mi mente peliculera. Mi cabeza no paraba mientras me levantaba y la seguía. Bajamos por las escaleras hasta la bodega y la luz entraba por un ventanal protegido por un grueso cristal. La verdad es que era espectacular, estaba cavada en la propia colina y se podían ver las piedras que sobresalían de forma irregular, algo que para mí gusto la hacía mas atractiva. Se podía ver el mar a través del ventanal sentado en el sofá que había frente a él y eso es lo que me ofreció mientras cerraba la gruesa puerta de madera.
    
    – Ven, vamos a sentarnos aquí ya verás que vista más bonita!
    
    Miré al resto de la cueva y vi los adornos medievales colgados por las paredes, un par de espadas, varios escudos, tres o cuatro látigos con terminaciones de cuero, un par de hachas. También había una tinaja, supongo que solo para adornar, y una cama en el otro rincón donde seguro que se echarían alguna siesta. Me senté en el sofá situado a unos dos metros del ventanal y observé el brillo de las crestas de las olas que producía el sol al incidir sobre ellas.
    
    – Te gustan las vistas? Me dijo mi tía tras el sofá acariciándome el pelo.
    
    – Es precioso tía! Tenéis una casa estupenda!
    
    Se fue hacia el ventanal y se puso pegada a él mirando al horizonte, ahora podía ver su silueta perfectamente contorneada por la luz del sol. “Joder, como está de buena!“. Pensé volviendo de nuevo a mis pensamientos depravados. Tenía una cintura estrecha y se abría al ...
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