1. El masterchef


    Fecha: 20/05/2024, Categorías: Jóvenes Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... pues ahí me tenías dándole cuál perro peinandote la pierna.
    
    Después de unos cuantos minutos le pedí que nos pasáramos al sillón porque, aunque no crean, no soy tan culero y no quería que se lastimara sus rodillitas. La caballerosidad ante todo.
    
    Ya en el sillón, la puse de 20 uñitas, me puse detrás de ella, levanté su vestido, baje su calzón y comencé a lamer directo de sus ya empapada y caliente empanada.
    
    Mi lengua subía y bajaba, hacía círculos, chupaba sus labios e incluso de vez en vez la metía por dónde le iba a dar en unos minutos.
    
    No crea que me olvidé de dar mis lenguetazos en su chaparrito. Me encanta hacer eso.
    
    Bueno, pues ella me pidió que me sentara en el sillón. Yo accedí, pero no sin antes darle la última lamida de anís.
    
    Ya sentado ella se abrió completamente su vestido. Cosa que no era difícil porque era de cierre por el frente y era sólo cosa de bajarlo todo para poder tener todas sus carnes a mi disposición. Eso sí, le pedí que no se lo quitara completamente y sólo lo dejara abierto.
    
    Ella se sentó en mi fierro y comenzó con el sube y baja que tanto me gusta.
    
    Yo le daba sus chupaditas de pezón en cada momento que se acercaban sus pechugas a mi cara, mientras tenía mis manos apretando sus suaves nalgas; las abría ...
    ... cuando baja y las cerraba cuando subía.
    
    Dato importante! Para ese entonces ya habíamos ido al ginecólogo para que nos recetara un anticonceptivo así que ya nos la aventabamos tan a lo pelón como el calvo de Brazzers.
    
    Mientras ella seguía con el vaivén de su pubis contra el mío, yo le comencé a meter el meñique jueguetón ahí dónde la piel se hace remolino.
    
    Yo creo que estuvimos así unos 20 minutos. Los dos jadeando cómo perros después de perseguir un carro a lo pendejo y, de un momento a otro, comencé a sentir que ella comprimía fuertemente mi fierro dentro de ella hasta que soltó esos deliciosos gemidos entrecortados.
    
    Eso me calentó tanto que inmediatamente mi lechera comenzó a salir disparada cuál cuerno de chivo dentro de ella y que les digo... Sentir todo eso desde dentro y a lo pelón es de lo más pinches sublime.
    
    Nos quedamos sentados todavía un rato más en lo que se nos tranqulizaba la respiración.
    
    Minutos después ella se levantó y yo podía ver cómo mis chamacos escurrían entre sus muslos jaja.
    
    Ella pasó a mi baño para limpiarse. Yo me subí el pantalón y mi boxer de Bob Esponja jaja (bromi).
    
    Salió del baño y nos dimos un besito para después terminar de hacerle su comidita que para ese momento ya estaba más fría que culo de pingüino. 
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