Dulce Alexandra (1)
Fecha: 27/05/2024,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Santiago94, Fuente: CuentoRelatos
Llegó aquel día. Trabajé hasta las 5 pm, y volví raudo a casa para bañarme. Yo era un chico guapo, de tez blanca, cabellos medios largos ondeados de color castaño, ojos marrones verdes, con barba no muy cargada; tenía una estatura de 1.85, con cuerpo atlético, con piernas gruesas, debido a mis prácticas deportivas, y dato no menor, tenía un pene de 20 cm, algo grueso y curvado. Ciertamente era un hombre apetecible para cualquier mujer, pero desde que llegué solo había tenido ojos para la guapa Alexandra. Por ella me alisté con una camisa elegante y unos pantalones de cuero de estilo casual. Estaba listo para intentar algo más.
Tomé el auto y salí a encontrarla en el lugar de siempre. Ella llevaba el vestido sencillo que solía usar, solo que esta vez tenía el cabello recogido y unos zapatos con un poco de plataforma. Al verme llegar sonrió. Subió al auto y nos dirigimos a que conozca su nueva instalación de trabajo.
Su labor iba a ser sencilla. Solo debía recibir a los clientes y llevar la cuenta de los ingresantes. Le expliqué a detalle los procesos, le mostré el lugar, le di algunas recomendaciones y pasé a mostrarle los departamentos vacíos. En esos momentos a solas soñaba despierto con echarla a una cama vacía, quitarle el vestido y cogerla tan duro hasta llenarla. Pero no podía dar pasos en falso, además en caso no se diera de manera normal, nunca estaba de más tener una despampanante y joven mujer en la recepción, ya que eso jala clientes. Lo que si debía ...
... comprarle ropa adecuada, y eso fue lo que hicimos luego. Le compré ropa formal, zapatos y un celular nuevo. Primero no quiso aceptar, pero tuve decirle que la empresa corría con esos gastos, lo cual la alivió. Toda la ropa quedaba bien en ese cuerpo, y cada sonrisa de niña con juguete nuevo me conquistaba. La llevé a cenar, y finalmente la dejé en casa. Me porté bien. Al despedirnos me dio las gracias, un beso en la mejilla y me regaló la última sonrisa del día.
Fue en ese momento que me percaté que fue un gran día. La habíamos pasado muy bien, entre risas, entre contarnos un poco más de nosotros, entre la química que iba desarrollándose entre ambos... Y también me percaté que era una chica muy humilde, que en sí era más que nada el líbido el que me llevaba a verla con tanto interés... Pero ya con el paso de los días vería que más pasaría.
En los siguientes días la buscaba a la hora que terminaban sus labores para dejarla en casa. De la misma manera fui de prudente, y eso hacía que ella sintiera la confianza necesaria en mí. Antes de llegar a casa la llevaba a comer, diciéndole que me encantaban los anticuchos que vendían cerca de donde ella vivía. Y fue precisamente aquel sábado, al final de la semana, que mientras cenamos en aquel local, me comentó que se hallaba muy contenta con el trabajo, que era ligero y a la vez aprendía a manejar algunos cosas en la computadora; mencionó también que ahora se sentía estable consigo misma y segura conmigo también. Fue lindo escucharla, y ...