1. El mozo (Parte 2)


    Fecha: 09/06/2024, Categorías: Anal Autor: Bellota D I, Fuente: CuentoRelatos

    Final de la Parte 1:
    
    —Vivo cerca y solo, ¿quieres ir a mi casa?
    
    Habíamos salido del bar, después de haber terminado nuestros tragos. Al levantarme me había sentido un poco incómoda, tenía miedo de la falta de discreción en los minutos anteriores. Sentí que la tela ligera de mi falda de verano se pegaba a mi culo que seguía mojado por mi goce. La caricia de su mano sobre mis nalgas mientras cruzábamos la sala en medio de la gente me indicó que no se había perdido este detalle. Al salir, me había agarrado la mano delicadamente para proponerme seguirlo. A pesar de la hora tardía, su mirada seguía viva y penetrante. Se comportaba como un perfecto dandi educado, pero yo percibía que estaba exageradamente arrecho. Transpiraba el morbo a pesar de su camisa impecable y de su barba bien ordenada. Una ola de calor me recorrió al decirle que sí, quería.
    
    Parte 2:
    
    Vivía a unas cuadras y nos fuimos caminando en un silencio puntuado por el sonido de mis tacos sobre la vereda. Se empezaba a escuchar el despertar de los pájaros de la madrugada en la avenida vacía. Era extraño, como si estuviéramos totalmente de acuerdo el uno con el otro acerca de lo que íbamos a hacer. Parecía que lo esperábamos desde hacía un buen rato y no hacía falta conversar para sentirnos más cómodos. Al grano, ya.
    
    Abrió la puerta de su departamento y dejó sus zapatillas en la entrada.
    
    —No, quédate con tus tacos —me dijo mientras lo iba a imitar.
    
    Lo que había roto el silencio era una orden. ...
    ... Obedecí. Me invitó un vaso de agua que acepté y nuestras miradas se agarraron de nuevo mientras tomaba. Sentía que él estaba conteniendo una furia a punto de descontrolarse. Bajé los ojos, intimidada. No sé desde cuando estaba así, pero se notaba su erección, probablemente completa, que formaba un bulto difícil de ocultar en su entrepierna. Con la mano, me llevó a su cuarto, bañado por la luz tímida del inicio del día.
    
    Me besó con ternura, sus manos recorrieron lentamente mi nuca y mi espalda hasta llegar a mi culo que amasaron con satisfacción. Desabroché su camisa con febrilidad e impaciencia, quería tocar su piel y desnudarlo. Me quitó mi blusa y se sentó en la cama, frente a mí. Por la ventana entraba un soplo fresco del aire de la mañana que sentí correr sobre mis senos desnudos. Como siempre, no llevaba sostén y mis pezones se irguieron con orgullo instantáneamente. Deslizó el cierre trasero de mi falda que cayó al piso y me guio con la mano para que diera paso hacia atrás. Me quedé así unos segundos, parada frente a él, únicamente vestida con mi tanga y mis tacos. Era la primera vez que me regalaba a la vista de un hombre de esta manera. De pronto, me sentí vulnerable. Él se quedaba casi impasible, con la camisa abierta sobre su pecho tatuado. Su postura contrastaba con su mirada brillante de arrechura. Parecía que disfrutaba contener su excitación, cultivando un deseo creciente que se empeñaba en frustrar durante largos minutos. Cuando por fin empezó a tocar su sexo a ...
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