1. El mozo (Parte 2)


    Fecha: 09/06/2024, Categorías: Anal Autor: Bellota D I, Fuente: CuentoRelatos

    ... circulitos con su dedo. Yo chorreaba sin vergüenza, abriendo las piernas al máximo, esperando que me llene la concha con su verga. Como no aguantaba el vacío que sentía allí, volví a masturbarme, suspirando de alivio. Su dedo presionaba mi ano y bajé un poco mi culo para indicarle que me lo podía meter. Siempre me excitó cachar con un dedo metido en el culo, es una sensación que duplica la que tengo con una penetración. Se deslizó ahí sin mucho esfuerzo, haciendo correr una ola de placer por todo mi cuerpo. Sacaba su dedo, escupía de nuevo en mi agujero que ya no era tan tímido y me lo volvía a meter. A medida que hacía ir y venir su dedo, sentía que la resistencia de mi ano se aflojaba. Aprovechó la ocasión para meterme un segundo dedo. Me arqueé y levanté la cabeza más por sorpresa que por dolor y, enseguida, su mano me presionó los hombros para que retomara mi posición inicial, la de una sumisión y de un abandono totales.
    
    Lo dejé trabajarme el culo con sus dos dedos un largo momento, sin dejar de masturbarme como más me gusta, con dos dedos en mi sexo y la palma apretando mi clítoris. Me di cuenta de que me torturaba un deseo nuevo e insoportable: mi ano se había acostumbrado a la rica presencia de sus dedos y ya quería más. Moví un poco mi culo hacia su mano para que entendiera mis ganas y pronto sentí mi ano abrirse más. Con un tercer dedo, empezó a regalarme un paulatino y ligero estiramiento. Metí un poco más mis dedos, buscando la profundidad de mi concha. Estaba ...
    ... empezando a experimentar la fiebre de un inicio de doble penetración. Lo escuchaba respirar hondo y su mano abandonó mi hombro en lo cual empezaban a formarse algunas perlas de sudor. Lo escuché escupir en su mano y volver a pajearse. Imaginé su verga parada a unos centímetros de mi culo y pronto los tres dedos con los cuales me cachaba ya no me bastaron. Tenía ganas de venirme y estaba muy cerca, pero quería que me llenara más aún. Gemía y movía mi culo hambriento, sin soltarme la concha, como una hembra en celo.
    
    —¿Quieres más? —me preguntó.
    
    —Sí, por favor… —le contesté en un suspiro.
    
    —Dime qué quieres.
    
    —Quiero que me la metas.
    
    —¿Ah sí? A ver, no entiendo bien… De nuevo, dime qué quieres que haga —me contestó, burlón y vicioso.
    
    —Quiero que me la metas en el culo.
    
    —¿Cómo así?
    
    Me estaba volviendo loca, estaba demasiado arrecha, cerré los ojos y me escuché contestarle lo que esperaba:
    
    —Quiero que me caches el culo, quiero que me lo llenes con tu pinga…
    
    Retiró sus dedos y sentí un líquido frio correr sobre mi ano entreabierto. Este morboso ya tenía el frasco de lubricante al alcance de la mano, pensé.
    
    —Sus deseos son ordenes, Señorita.
    
    La punta suave y lisa de su verga se presentó en la entrada mi agujero. Agarrándome por las caderas, empezó una lenta y continua penetración. Yo no dejaba de tocarme y sentía y mi culo abrirse poco a poco. Se paró un instante en medio de su progresión para preguntarme si no me dolía. En vez de contestarle, avancé ...