1. ¿Me invitas?


    Fecha: 16/06/2024, Categorías: Hetero Autor: Bellota D I, Fuente: CuentoRelatos

    Fantasías en mi cocina pensando en tu verga parada e inalcanzable que está a unas cuadras…
    
    Querido Mariano,
    
    Somos dos terribles, no sé quién es el peor. Cuando tenemos sexo, es una sinfonía internacional de la arrechura. Tenemos hazañas particularmente notables cuyos recuerdos siguen alimentando mis fantasías, años después.
    
    Hasta ahora, no creo que hayamos conseguido vernos sin terminar tirando. Excepto esta vez en la cual había decidido que no nos tocaríamos cuando te susurraba cosas obscenas mientras nos masturbábamos. Había sido tan rico ver cómo reaccionabas a lo que te decía… Sentirte subir lentamente hacia el orgasmo, frente a nuestras copas de “vino entre amigos”. Habíamos llegado al colmo de nuestro talento cuando habías lamido el semen que había brotado en tu mano, y que yo te había preguntado: “¿Me invitas?”. Seguido, el beso más morboso de mi vida, mezclando lenguas con leche.
    
    Cariño, no creo que mucha gente conozca este delicioso lado oscuro del esposo respetable que eres.
    
    Te dejo imaginar mi felicidad cuando me escribiste para decirme que habías regresado a vivir a la ciudad después de este largo y aburrido año.
    
    También te dejo imaginar las ganas que te tengo, y cuánto de obsesivas se volvieron cuando me enteré qué, por una increíble casualidad, te habías instalado unas cuadras de mi nuevo departamento.
    
    Hasta calculé que tu verga está a menos de 450 m de mi concha. ¡Es una barbaridad!
    
    Por tu culpa, me masturbo dos o tres veces al día, en ...
    ... el baño, en la sala o en cualquier sitio donde tenga asegurados diez minutos a solas.
    
    Voy a contarte en lo que pienso cuando me meto dedos y me aprieto el clítoris para venirme con las piernas abiertas, de rodillas en el piso de la cocina, goteando sobre la cerámica que acabo de trapear.
    
    Podríamos cachar parados en esta misma cocina. Como la vez en la cual estaba preparando huevos para el desayuno, cuando vivíamos juntos, ¿te acuerdas? Obviamente que te acuerdas. Te habías arrodillado detrás de mí, pegadito a mis nalgas, y me habías abierto las piernas. Como solo llevaba un camisón ligero, no te había costado mucho esconder tu cabeza debajo de la tela y sacar tu lengua para lamerme. Cuando la había sentido dejar mi sexo para llegar a mi culo, habían abandonado rápidamente la sartén, pidiéndote que me la metas. Con vigor, y para nuestra gran satisfacción, habías cumplido la tarea, recordándome echarles sal a los huevos revueltos, mientras tu verga me penetraba con fuerza y que me agarrabas las tetas. Habíamos terminado cachando parados en el balconcito, a la vista del edificio del frente y de los carros que pasaban abajo, en la avenida. Me encantaba sentir cómo tus caderas chocaban contra mi culo y cómo tu sexo llenaba completamente el mío, cálido y acogedor.
    
    Apenas pienso en eso que ya siento que me mojo.
    
    También nos podríamos comer mutuamente. ¿Qué te parece? Esa también te gusta, lo sé. Es de nuestras favoritas, ¿verdad?
    
    Contempla el escenario:
    
    Por un azar ...
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