1. A su disposición (I)


    Fecha: 17/06/2024, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Diegogozon, Fuente: CuentoRelatos

    Esa tarde estaba más hermosa que siempre. No llevaba maquillaje pero se podía apreciar que se había dado un baño poco antes de yo llegar, porque su rostro lucía muy vivo. Llevaba un vestido negro ajustado a su esbelto cuerpo. El contraste con la blancura de su piel resultaba muy atractivo. Sus hombros y brazos estaban descubiertos y sus piernas se veían de mitad de muslo hacia abajo.
    
    Me invitó a sentarme y me ofreció una copa de vino. Brindamos mientras hablábamos de asuntos sin importancia. "Hoy tú eres mi juguete", me dijo. La miré fijamente y ella sostuvo mi mirada sonriendo. "¿No puedo negarme?" pregunté con algún nerviosismo que disimulé. "¿Cuándo has visto a un juguete negarse". Seguía mirándome y sus labios gruesos sonreían encerrando una boca pequeña. Sus ojos brillaban. "¿Cómo es el asunto, entonces?" "Los juguetes no preguntan". Decidí no hablar. Tras unos segundos, sin quitar sus ojos de los míos y sin dejar de esbozar esa segura sonrisa, "así está mejor", me dijo. Llenó las copas de nuevo y, al alzar la suya, me invitó a brindar. Bebí un sorbo largo para ver si me ayudaba, pues la situación me generaba una leve zozobra. Sin embargo, no lo dejé notar.
    
    Ana María y yo habíamos hablado de pasada sobre algunos juegos sexuales pero si entrar en detalles ni manifestar los caprichos o fantasías de cada uno. Sin embargo, después de que todo hubo ocurrido, pensé que ella había intuido algunas cosas y otras simplemente las experimentó. El hecho es que brindó de nuevo y ...
    ... terminamos el vino de nuestras copas. Había estado sentada frente a mí, de manera que podía ver la oscuridad que nacía allí donde comenzaba sus vestido. Eso, por supuesto, me tenía en una emoción expectante, dada la situación que me proponía.
    
    Se levantó, vino hacia mí y me tomó de la mano. Me llevó a un cuarto que usualmente estaba desocupado pero esta vez había en él una camilla. Recordé que algunas veces venía una chica a hacerle sesiones de spa a domicilio. La habitación era cálida, tal vez porque el sol daba sobre una de sus paredes. Ana María se acercó, me dio un beso profundo y húmedo, muy apasionado. Mientras lo hacía acarició mi pecho por encima de la camisa. Yo intenté abrazarla. "¿Cuándo has visto a un juguete abrazando?". Sin otra alternativa, dejé que ella hiciera lo que quisiera. Estaba entendiendo su juego. Mientras me besaba desabotonó mi camisa y acarició mi pecho. Se detuvo en mis pezones. Yo me estremecí. Tras quitarme la camisa acarició mi espalda, mi pecho y mi vientre. Pasó una mano por una de mis nalgas y luego la llevó encima de mi bulto que ya se había endurecido. Se arrodilló y me quitó los zapatos y los calcetines. Enseguida me quitó el pantalón y el bóxer, y mi verga saltó apuntando hacia ella. Ana María la miró. Rápidamente tomó una cámara que había preparado para el efecto y me tomó una foto. Yo permanecí inmóvil.
    
    Se alejó un instante y baló la cremallera de su vestido. Mis ojos no se apartaban de su cuerpo. Pero, entonces, fue al armario y ...
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