1. A su disposición (I)


    Fecha: 17/06/2024, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Diegogozon, Fuente: CuentoRelatos

    ... trajo un trozo de tela negra y me vendó. La sensación de mi desnudez y de la vulnerabilidad que tenía ante ella, con mi erección campante y su mirada sin restricción, me excitó más y ella pudo notarlo. Escuché de nuevo el obturador la la cámara. Tras un momento, escuché el sonido de ella despojándose del vestido. La imaginé, imaginé su cuerpo desnudo emergiendo de la tela. Por lo que parecía, no traía nada más encima porque, enseguida volvió a mí y sentí sus manos en mi cuello, sus uñas delicadas en mi espalda. Acarició de nuevo mi pecho. Una de sus manos recorrió de abajo a arriba mis huevas y mi verga con delicadeza. Un espasmo de sangre hizo saltar mi verga. Repitió el movimiento y yo dejé escapar un fuerte suspiro. Entonces su mano apretó mi verga y la pajeó lentamente mientras me besaba. Sus labios buscaron ambos costados de mi cuello, su lengua recorrió algunos centímetros en mi piel. Mientras tanto, su mano seguía masturbándome con mucha suavidad y lentitud.
    
    Pude percibir cuando se paró a mi lado y sentí sus tetas a lado y lado de mi brazo. Su mano izquierda me pajeaba mientras la derecha caminaba por mi espalda y mi cintura. Sus labios y su lengua jugaban en mi cuello, y sus tetas golpeaban suavemente mi brazo. Bajó su mano derecha a mi cintura y luego a mis nalgas. La paja no se detenía pero era tan lenta que no apresuraba mi urgencia. De repente sus dedos acariciaron la línea divisoria de mis nalgas. Sentí erizarse mi piel y un leve temblor sacudió mi cuerpo. ...
    ... Buscó mi perineo y recorrió de allí hasta cerca de mi ano. En ese momento apretó mi verga por la base y jugó con la otra mano sintiendo cómo mi dureza se incrementaba involuntariamente.
    
    Ana María se detuvo y me haló de la verga para que yo diera un par de pasos. Me guio y me tendió sobre la camilla. Esta, contrario a lo que yo pensé, era firme. Entonces escuché dos o tres veces el obturador. Yo estaba a su merced no solo para que dispusiera de mi cuerpo sino para que le tomara fotos con toda libertad, con descaro. Una vez en la camilla, sus manos me acariciaron de nuevo pero esta vez no tardaron en concentrarse en mi verga. De repente, sentí que esta era tragada por una humedad cálida. No pude evitar un fuerte gemido. Ahora era su lengua la que jugaba con mi carne recta. Recorría desde la base de las huevas y ascendía por el tronco hasta el glande grueso. Volvía a tragar profundamente, con mucha delicadeza y sin prisa. Entonces se apartó. Aquello era una tortura. ¿Qué haría ahora? En ese momento sentí que juntaba mis manos por encima de mi cabeza y las ataba con una cuerda o algo así. Volvió a pajearme y a mamarme la verga. De nuevo se retiró y esta vez fue para atar mis tobillos separados a lado y lado de la cama.
    
    Tomó otro par de fotos. Luego se acercó y subió a la camilla. Se sentó en mi cara y estregó su humedad contra ella. Se movía de adelanta hacia atrás y en círculos. Yo extendía mi lengua para que ella obtuviera el placer que buscaba. Por un momento saltó sobre mi ...