1. El famoso y pecaminoso parque


    Fecha: 22/06/2024, Categorías: Bisexuales Autor: Dr Arroyo, Fuente: CuentoRelatos

    Todos recorríamos aquel parque al centro de nuestra ciudad cuando caía el sol. De día lo frecuentaba todo tipo de gente. De noche el público era especializado. En aquel tiempo aún era un lugar con los árboles tan frondosos que de día proporcionaban agradable sombra y de noche regalaban segura protección.
    
    Después de las nueve de la noche nadie podía alegar inocencia: buscábamos cuerpos, sexo. Era ideal el lugar: parque enorme, deficientemente iluminado, algunas de sus avenidas eran caminos oscuros por la noche, excelentes para lo que uno quisiera. En ésta banca había un hombre de pie con la verga de fuera mientras otro se la mamaba con hambre atrasada. El mamador resultó ser uno que había sido maestro mío de matemáticas años atrás y quien se las daba de macho, supermacho, hipermacho, ultramacho y para probarlo se cogía a cuanta joven estuviera dispuesta y hete aquí que éste ubermacho homófobo de actitudes de mataputos le encantaba mamar verga en lo oscurito, típico de los hipócritas closeteros; lo maravilloso es que él se dió perfecta cuenta de que yo lo ví, son sensacionales las inesperadas venganzas que regala la vida.
    
    En otra ocasión, en un sitio del parque bautizado por la gente como “el homociclo” dedicado a un célebre personaje de nuestra historia nacional conocido por una sola de sus frases, me tocó ver por allí a un compañero de trabajo con todo y vestidazo, pestañas postizas, peluca, medias, tacones y rellenos. Nos vimos, nos reconocimos y cuando después lo ...
    ... volví a encontrar en el trabajo me saludó efusivamente con ésos clásicos manotazos de machote en la espalda. El mensaje era claro: guarda mi secreto. Lo que yo no sabía era que el dichoso secreto lo conocían al menos otras veinte personas más. Pero ante el mundo es un casado hombre de familia… con gusto por los jovencitos. Cosas que uno ve en la vida.
    
    Todos los que recorríamos ésas veredas pensábamos que éramos muy discretos y que nadie veía lo que hacíamos. Lo que hace la calentura. Una noche lluviosa recorría aquellas avenidas del parque mal iluminadas y solitarias por el clima. Todo estaba mojado, el olor a tierra y vegetación empapada era vigorizante. Traía la verga bien parada. No hacía frío, pero el agua y la vegetación refrescaban bastante. Creyendo que no encontraría nada, empecé a encaminarme a la estación de metro más cercana cuando a veinte metros vi parado junto a una banca a un joven moreno completamente empapado por la lluvia. La ropa mojada se le pegaba al maravilloso cuerpo.
    
    Era un hombre muy joven, de cuerpo marcado, piernudo, nalgón, moreno, de labios sabrosos, ojos color ámbar, piel satinada sin un solo vello y voz suave. Y con una sonrisa que desarmaba a cualquiera. Eso fue lo primero que me ofreció cuando me acerqué a él, la sonrisa. Lo segundo que noté al acercarme era un generoso paquete: el chico se cargaba una muy sabrosa verga que se notaba luego que pedía guerra a gritos. No recuerdo exactamente cuál era la conversación ni cómo comenzó, pero sí ...
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