1. El famoso y pecaminoso parque


    Fecha: 22/06/2024, Categorías: Bisexuales Autor: Dr Arroyo, Fuente: CuentoRelatos

    ... recuerdo que al quinto o sexto enunciado ya nos estábamos besando apasionadamente. La sombrilla que traía la cerré para mojarme a gusto con aquel bello muchacho.
    
    La tercera cosa que noté mientras nos besábamos con ardor era que el muchacho olía intensamente a semen, todo su cuerpo despedía un fuerte aroma a macho jarioso, era como si su piel estuviera impregnada del olor a semen de hombre joven y caliente, hasta sus labios sabían a semen. Sus jeans a duras penas podían contener su verga que estaba firme, palpitante, anhelante de boca que la ordeñara. Nos metimos un faje de campeonato pero no pasó nada más. Después me contó que llegando a su casa se masturbó rabiosamente pensando en mí. Desde luego, yo hice lo mismo y me vine abundantemente diciendo en voz alta su nombre como si me estuviera cogiendo.
    
    Durante semanas nos encontrábamos casi a diario a la misma hora por los mismos senderos y se repetía la escena: sonreírnos bajo la lluvia, besarnos con ardor, acariciar nuestras lenguas mutuamente, meternos las manos por todas partes, antojarnos las vergas, apretarnos los huevos, meternos los dedos por el culo… hasta que no pudimos más y acabamos en un hotel, uno casi horroroso que yo ya conocía y era ideal para tales expediciones y daba la afortunada casualidad de que estaba cerca al famoso parque.
    
    ¿A quién le importa saber cómo nos quitamos la ropa? Ni yo lo recuerdo, ¡shazam!, desapareció y ya. Virgen santa, qué cuerpazo se cargaba aquel chico moreno. Ni un solo ...
    ... vello en todo el cuerpo. Las piernas más hermosas que he visto por encima de las de muchas mujeres: fuertes, potentes, marcadas sin ser exageradas, de muslos poderosos y pantorrillas hechas para ser mordidas y besadas, unas rodillas coquetas que me encantó morder y perderme en la parte posterior de ellas. Recorrí con los labios ésos muslos larguísimo rato. Unas nalgas redondas, paradas, abundantes, morenas, tersas y calientes al tacto que besé, lamí, acaricié, mordí, unté mi cara en ellas, las acaricié con mi pecho desnudo y virtualmente las cubrí de saliva. Tenía el abdomen ligeramente marcado, un bello lavadero para fregarlo con la lengua. Su pecho era sublime, sus pezones sensibles lo hacían reaccionar a cada caricia, cada lengüetazo. Sus brazos perfectos me rodeaban y me besaba con tal pasión que parecía un novio enamorado.
    
    Y, en efecto, olía potentemente a semen. Todo él. Nos trenzamos en un sesenta y nueve memorable. Me cogió por la boca con ritmo y ardor, yo era su puta y estaba feliz de serlo. Se comía mi verga como si no hubiera nada más importante en el mundo, estrujaba mis huevos y tenía dos dedos metidos en mi culo haciéndome suspirar mientras yo era feliz con la boca llena de su verga de macho joven jarioso, y mientras mamaba su verga amasaba sus huevos hermosos y me hundía cada vez más en su penetrante aroma a semen, agarraba sus nalgas, jugaba con su culo.
    
    Empezó a respirar más rápido e intenso, aceleró su cadera, su verga entraba y salía de mi boca a mayor ...