Préñeme Ingeniero
Fecha: 24/06/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: AlonsoLima, Fuente: CuentoRelatos
Antes de narrar lo que me sucedió hace algunos años, pondré la situación en contexto.
No soy un tipo guapo. Digamos que tampoco feo. Pero, en mi país, debo estar en el 5% de piel más clara. No soy blanco, sino simplemente un mestizo claro. En las ciudades eso es irrelevante, pero en el campo, en las zonas rurales si marca la diferencia. Además, soy ingeniero, y en muchos contextos, el serlo es un plus importante. Si eso es bueno o es malo, no lo voy discutir. Son disquisiciones que no vienen al caso, simplemente es la realidad.
Hace unos 8 años, poco antes de llegar a los 40 años, me tocó supervisar un proyecto en la provincia de Acobamba, en Huancavelica. Una de las más pobres del país. La capital (del mismo nombre) es un pequeño pueblo muy pobre, pero de gente muy amable. Siendo el “ingeniero supervisor” del proyecto, la verticalidad fue instantánea, a pesar de mi trato horizontal con todos, de pedir reiteradas veces que me llamen por mi nombre, nunca dejé de ser “el ingeniero”.
El trabajo de supervisión implicaba 5 visitas de una semana en un período de 5 meses. Iba a Acobamba y me quedaba una semana al mes revisando las cuentas, entrevistando a los beneficiarios, coordinando con los técnicos, etc., etc. Desde mi primera visita, el coordinador local del proyecto me asignó una asistente administrativa para que me apoye en todas las coordinaciones.
La chica, que tenía 25 años, era muy morena, pequeña, de contextura media, pero no gorda. Se vestía muy ...
... conservadoramente (de hecho, el frío obligaba a hacerlo). Para mi gusto, completamente anodina. Era de poco hablar y durante mi primera visita se mantuvo muy distante. Hacia el final de mi primera semana trabajando con ellos, alcanzamos una cierta familiaridad. Durante ese tiempo me enteré que era casada y que su esposo era uno de los técnicos del proyecto. Para ser sincero, no le presté atención al hecho en ese momento.
Durante mi segunda visita la relación de trabajo ya era más fluida y próxima. Las barreras de la primera semana habían sido superadas y comenzamos a coordinar con prontitud los temas que debía ver. Incluso nos permitimos algunas bromas cuando estábamos solos, pero nada que pudiera entenderse como subido de tono o fuera de lugar.
La tercera y cuarta visita transcurrieron en el mismo tenor. Una relación de trabajo fluida y amable. Ya sabía cuál de los técnicos era su esposo, un muchacho joven y realmente muy responsable. Al finalizar la cuarta visita, sentí que se despidió de mi con tristeza y me quedé con sus últimas palabras en la mente “la próxima vez que venga, será la última vez que lo veré”. En ese momento me llamó la atención lo que me dijo, pero pensé era una cortesía por el trabajo que hacíamos juntos y que realmente lo realizábamos bastante bien.
Cuando llegué para la quinta y última visita la encontré algo cambiada. Se había hecho un corte de cabello. Con el nuevo look la encontré algo atractiva. Su vestir seguía siendo el mismo, pero el corte de ...