1. El confesionario


    Fecha: 14/07/2024, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Kissmybody, Fuente: CuentoRelatos

    Marcela era una joven del pueblo de “Miraflores”, ella solo tenía ojitos para los capullos del lugar, que eran unos cuantos que se juntaban en la tasca para hablar de sus cosas, lo que les había sucedido en el trabajo, de temas trascendentales como el fútbol y a veces sus cabezas pensantes se aventuraban en asuntos políticos, que despachaban rápido con soluciones obvias, que si hubiesen sido víctimas de escuchas ilegales, se habrían solucionado los problemas del país, a veces se juntaba con ellos el párroco, un joven sin experiencia, pero muy campechano, con él que se podía hablar de todo, salvo de sexo tema tabú para él.
    
    Marcela estaba de buen ver unos 27 años, curvas de escándalo cintura de avispa, que casi se podía abarcar con dos manos, era la que movía el cotarro en el bar, su tema central el sexo, calentaba a los clientes como nadie, que consumían copa tras copa sin enterarse hasta que a algunos venían a recogerles ya un poco ebrios de su casa.
    
    Sus calientes conversaciones cesaban de inmediato cuando aparecía el sacerdote, recomponiéndose al instante y cambiando de tema con una facilidad pasmosa, cual tertuliana de la TV.
    
    Raro era el día que no acababa su turno acostándose con algún cliente en su casa o en la de él o ellos si tocaba orgia qué solía ser una vez al mes.
    
    Marcela era muy creyente, de misa los domingos, previa confesión que según afirmaba la liberaba de los remordimientos y quedaba libre de pecado.
    
    Julián qué así se llamaba el joven ...
    ... párroco temblaba cada vez que ella se asomaba por la pequeña celosía que les separaba y la contaba con pelos y señales sus andaduras sexuales con los lugareños y alguno de pueblos limítrofes donde ya era famosilla por sus ricos cócteles y chupitos y más por sus orgias desenfrenadas.
    
    El cura escuchaba atento, mientras con la otra mano se masturbaba sin piedad, era sin duda su rato más placentero, pasaba se cambiaba de sotana, pues parecía le había cagado una paloma en ella y la ponía con la ropa sucia para limpiar y acto seguido iniciaba la misa a veces un poco empalmado aún, cuando daba las ostias al final a Marcela siempre aprovechaba a tocarla suavemente sus jugosos labios, no podía evitar ese placer pecaminoso.
    
    Un día la dijo que tenía que realizar exorcismo con ella para expulsar de ella el demonio que sin duda llevaba dentro, para lo cual quedaron en la sacristía al día siguiente, mantuvo el hermoso diván en su sitio bajo la ventana y puso todos los Santos que allí estaban cara a la pared.
    
    Llevó la chica al interior, cerró todas las puertas y dejó un poco abierta la contraventana de encima del diván, la pidió que se quitase toda la ropa pues, todo debía realizarse con máxima naturalidad, a lo que la chica accedió y viendo el culo de Julián arrodillado ya la dieron ganas de cogerlo, “que bueno está el chaval” pensó, no sé si la curaría su mal, pero sin duda la práctica a realizar era nueva para ella y excitante.
    
    Comenzó el exorcismo, en un principio la puso en la ...
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