Mi historia con una mujer maltratada (8)
Fecha: 15/07/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: Tmy456, Fuente: CuentoRelatos
... mocos y yo trataba de limpiárselos con la mano. Le besaba repetidamente toda la cara.
Recordé una frase que me dijo mi bisabuela antes de morir. Se la dije a Anen a mi manera.
—Vos sos como un caballo de carreras, tenés unas anteojeras que te impiden ver a los costados, ves siempre para adelante, corrés, corrés y corrés.
Terminamos de llorar, comí lo que quedaba en el plato, atragantado y cada uno se puso a hacer algo.
Yo me puse a lavar los platos y la ropa de los dos. Ella se puso a pagar el alquiler del departamento.
Me acerqué y le dije:
—¿Te ayudo con algo?
—No, estoy bien.
—Ok.
—Eu, te tengo que decir algo.
—¿Qué pasa? Decime, pregunté con interés.
—Gracias por...
—¿Por?
—Por cuidarme tanto.
—No pasa nada, es lo que se supone que hace un novio ¿no?
—No, en serio. Todos los gestos de parte tuya... Los regalos que me hiciste... que me hacés... cómo me tratás todo el tiempo, hasta cuando lo hacemos...
Y le di el abrazo más cálido que nos dimos hasta ese momento, me dio un beso con lengua y se lo devolví. Cuando terminó ese beso tan hermoso lleno de amor y cariño, empecé a jugar con su pelo. Lo tocaba y le hacía rulos. Ella se reía. Agarré una silla y me senté a su lado. Mis manos pasaron de su pelo negro y sedoso a su cuello y lo acaricié. En un momento, hice que se pare y me puse detrás, mi boca buscaba su mejilla derecha. Cuando la encontró, la empezó a besar ...
... y fue subiendo hasta su sien. Su respiración se puso pesada.
Entonces, pregunté en un tono muy bajito, casi inaudible:
—¿Me seguís amando como el primer día?
Movió la cabeza asintiendo, cerró los ojos e inclinó su cabeza hacia atrás y hacia un lado para que mi boca vaya a su cuello una vez más.
—¿Y vos?, preguntó.
—¿Yo qué?
—¿Seguís enamorado de mí?
—Me quedé prendado de vos desde el primer día en que te vi.
—¿Pero me querés de verdad?
—¿Por qué pensás que hago lo que hago?
—¿Qué hacés que cosa?, me cuestionó de forma erótica mordiéndose los labios.
Respondí a su pregunta tocando con suavidad uno de sus pechos por debajo del sostén, al mismo tiempo que bajé mi otra mano hasta sus partes y la empecé a tocar. Sus pezones se pusieron duros y gimió sutilmente.
—¿Ahora entendés?
—Sí.
—Bueno, vení acá.
La levanté a upa y la llevé al sillón, la acosté y me eché encima. Nos tocábamos mutuamente riéndonos, hasta que ella me dijo:
—Te amo tanto.
—Yo igual, -respondí- la pasión que tengo por vos no la tuve nunca por nadie en mi vida.
—Pero si tenés 18 años, te queda un mundo por conocer a vos, pendejo.
—Ya sé, pero tal vez el mundo no me quiera conocer de la misma manera que lo hiciste vos.
Me parece que la dejé pensando con esa frase. Luego de unos minutos de quedarse pensando, dijo:
—Bueno, dejáme terminar de pagar el alquiler y después a la noche seguimos.