La morena con cola de caballo
Fecha: 06/08/2024,
Categorías:
Transexuales
Autor: bicornudochile, Fuente: CuentoRelatos
Los días en la oficina cada día se hacían más tediosos, sobre todo luego de que eliminaron espacios y los sanitarios pasaron a ser compartidos con otra empresa.
Sin embargo, gracias a esa medida, la conocí.
Una tarde cuando salía del sanitario de caballeros, vi a esa morena que iba entrando al de damas. Me llamó tanto la atención, que aproveché a un conocido que pasaba por allí para tontear y esperar a que saliera.
La morena era hermosa, como esas chicas que no necesitan hacerse nada para lucir sus atributos. Cabello negro hasta los hombros, senos firmes y voluptuosos, una cintura pequeña y un culo macizo como nunca había visto.
Comencé a averiguar entre mis amigos de la empresa si la habían visto, pero algunos se reían de mí y otros me decían que le viera bien la cara, porque parecía que "escondía" algo.
No les presté atención y procuré seguirme encontrando con ella en el pasillo, por "casualidad". Conocía ya al dedillo su vestuario: vaqueros, faldas, camisas casuales, franelas, todas esas imágenes me servían para masturbarme frenéticamente imaginando todas las posiciones posibles.
Dos semanas fueron suficientes para que una tarde, que iba corriendo para llegar a mi casa, salté al ascensor que estaba en mi piso y apenas entré, la vi allí, esperándome; me sonrió y me saludó: - hola, creo que te he visto por los pasillos-. Yo sonreí, le devolví el saludo y me sumergí en el teléfono.
Luego de ese encuentro casual en el ascensor, los momentos y las miradas ...
... en el pasillo eran más frecuentes.
Un mediodía, nos encontramos de nuevo en los ascensores, estaba bella: blusa escotada, falda por las rodillas que resaltaba su culo y una cola de caballo. Eso me dio ánimos para invitarla a un café, allí hablamos de todo un poco, pero yo no perdía momento para detallarla, sus labios carnosos, sus ojos café y su cuello para morder.
De regreso a nuestras respectivas oficinas, el elevador estaba vacío y nos morreamos un poco: besos, mordí un poco sus tetas por encima de la blusa y agarre esas nalgas que me volvían loco. Ella, al ver que trataba de meter mi mano bajo su falda, me detuvo con un beso de lengua: - calmate un poco papi, no soy lo que piensas -. Eso me excitó más y solo le pude responder: lo sé.
Esa noche, después de ese encuentro, me masturbé como un poseso no solo pensando en poner en cuatro a mi amiga halándola por su cola de caballo sino, preguntándome qué tendría de diferente y qué podría hacer conmigo.
Una semana después, la vi al mediodía cerca de la oficina: jeans ajustados, una blusa semitransparente que denotaba su ropa interior negra y como siempre, cola de caballo.
Le hice señas y se acercó, moviendo sus caderas pero a la vez tan sencilla como si se estuviera levantando de la cama: - hola, sabes que no he dejado de pensar en ti y ni sé tu nombre-, me dijo luego de darme par de besos de saludo.
Yo le respondí con lo mismo: - pienso igual, qué te parece si quedamos al salir del trabajo y así aprovechamos ...