-
Trayecto nocturno
Fecha: 14/08/2024, Categorías: Hetero Autor: Imbolc, Fuente: CuentoRelatos
Me quedaban por delante casi doce horas de mirar por la ventana del autobús. Por una feliz coincidencia, desde la salida, el asiento de al lado lo ocupó un amigo al que hacía algunos años que no había visto. Pasamos las horas hablando de todo y de nada. Y del tiempo en que fuimos amantes. Los dos habíamos cambiado mucho pero seguía latiendo ese rescoldo que enseguida prende todo. Antes de la parada para cenar ya habíamos cambiado nuestro destino para pasar por lo menos una parte de las vacaciones juntos. Nos acurrucamos para dormir bajo la misma manta. El pelo y el afeitado eran distintos, pero el calor de su cuerpo y de su aliento eran iguales. Levanté la cabeza y le besé sobre los labios. Y de repente su cuerpo me había arropado, nuestras lenguas peleaban por encontrar el camino a la boca del otro. Pasé los brazos por debajo de su ropa y clavé los dedos en su espalda. Tenía la piel erizada, igual que yo. Me acarició las mejillas. Esos ojos. Volví a descansar la cabeza en su hombro. Me besó el pelo. - Buenas noches. - Descansa. Quedamos muy pocos a pasar la noche en la carretera. Fuimos los únicos que seguíamos compartiendo asiento en una de las últimas filas. El movimiento del autobús arrulla y hay horas en las que mágicamente todos los pasajeros caemos en el sueño más profundo. No sé qué hora sería cuando me desperté. Con un gran esfuerzo abrí un ojo y por una brechita de la manta vi que fuera todavía era noche cerrada. Me encantaba cuando me ...
... abrazaba desde atrás y sentía su respiración bajando por mi oreja y mi cuello. Volví a cerrar los ojos para dormirme. Pero me di cuenta de que él también se había despertado. Me acarició el brazo, con tanto deseo que arrastró la manga hacia arriba. A la siguiente caricia sintió como se me había erizado la piel y le oí sonreír. Mordisqueó húmedamente mi oreja. Con la mano que quedaba debajo de mi cuerpo acariciaba mi muslo. - Tranquila. Todos Siguen durmiendo. No vamos a hacer ruido. Casi ni terminó la frase y ya estaba besándome el cuello. Besos largos, húmedos, que arrastraban los labios por todas partes y dejan que la lengua pruebe cada milímetro. Mi respiración empezaba a ser pesada, muy pesada. Y de repente la mano que había estado acariciando inocente mi muslo se agarró a mi teta. La apretaba con fuerza, manoseándola. Tuve que morderme los labios para ahogar los gemidos. - Tú solamente disfruta, preciosa. Me besó en la mejilla mientras su mano se colaba por debajo de mi ropa y volvía agarrar mi teta, ahora carne con carne. Y luego llegó la otra. Masajeaba con lascivia mis pechos, los apretaba con fuerza entre sus dedos. Mis pezones bailaban entre sus dedos, colándose por entre ellos. - No sabes como echo de menos su sabor. Me muero por tenerte desnuda y volverte a lamer toda. Sacó una mano. La lamió con tanta saliva que incluso goteaba. Y rápidamente se metió por entre la manta y mi ropa. Restregó la saliva por ambos pechos y comenzó a amasarlos. Los ...