1. Aprendiz


    Fecha: 17/08/2024, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... senos. Ella se tapó la boca con una de sus manos para silenciar sus gemidos mientras él la embestía una y otra vez con acrecentada rudeza... Y es que ese manjar era irresistible, suave y apretado... en su cabeza incluso bromeó con la idea de que sabía a nuevo. Ella se aferraba a la espalda de su compañero, a ratos encontraba más placer recostándose en el escritorio. Esta vez podía elegir que hacer sin órdenes y sin doctrinas. Era libre para disfrutar de toda esa fibra que entraba y salia jugosamente de su entrepiernas.
    
    Ella sintió el primer orgasmo y él recibió el impacto en la punta de su falo, él nunca había sentido a una mujer eyacular y aunque confundido, no podía evitar sentirse más exitado. Notó entonces que su mastil se ensanchó, ojeó la hora y se saboreó sabiendo que aún quedaba tiempo. La bajó de escritorio, la volteó y ella hizo el resto. Se inclinó sobre el escritorio y puso sus codos sobre la cubierta liberando el movimiento de sus jóvenes y grandes tetas. Sus gluteos eran carnosos, su abultada cadera era firme, el arco de su espalda era perfecto, la chica estaba entrenada para encontrar el placer.
    
    Él se desacató al verla en esta posición y la cogió como loco, la penetró tan vulgarmente que los gemidos de esa niña necesitaron sus ...
    ... dos manos para ser ahogados, algunas lágrimas escaparon de sus ojos, sin embargo ella no sabía de rehusar el dolor, para ella sólo era otro nivel de placer.
    
    Ella acabó, se vino y se corrió con la venosa polla en su interior. El sintió que era su momento y sólo entonces se preocupó. Le habló para advertirle del climax pero ella sabía que hacer, sin dudarlo le sugirió la solución. Él se calentó todavía más al escucharla y dió su último aviso. Ella rapidamente se volteo y se inclinó frente él. Introdujo la fibrosa verga en su boca y se acompañó de sus manos para finalizar la tarea. Él soltó todo su semen y llenó de leche caliente y gorgoreante esa exquisita boca. La pequeña zorra aprendía rápido, tanto que sólo una lujuriosa mirada de satisfacción en su delicado rostro fue suficiente para que su mástil se erectara nuevamente. Pero el tiempo apremiaba para salvar desapercibidos de su empleador.
    
    Él bajó con sus piernas temblorosas, ella se despidió con su vulva palpitante. Ambos estaban aún con ansias y atiborrados de placer. Ambos disimularon.
    
    Más tarde, esa noche, ella fue descubierta por su jefe y domador. Su castigo fue sexualmente ineficaz, pues su curiosidad era más fuerte. Él continuó en el anonimato, siguió deseándola, siguió imaginándola. 
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