1. Su profesor particular (capítulo II): Mordiendo el anzuelo


    Fecha: 25/08/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Edstaston, Fuente: CuentoRelatos

    ... primer momento en que olió y saboreó las prendas íntimas de Elena. Sabía que ya no tenía salvación: iba a hablar con Elena para aceptar su propuesta. Tenía que conseguir tener acceso a aquellos preciosos pies como fuera: besarlos, lamerlos, ser pisado por ellos. En ese momento, todo su pensamiento se centraba en como conseguirlo, sin pensar en las consecuencias. Después de toda una vida ocultando sus fantasías sexuales, temblaba solo de pensar lo que podría ser todo un curso con esos preciosos pies –y quizás algo más- a su disposición.
    
    Al día siguiente, sábado, volvió a la Facultad. Buscó el teléfono de Elena en su ficha y la llamó.
    
    - ¿Sí?
    
    - ¿Elena G.?
    
    - Sí, ¿quién es? Elena conoció la voz del profesor. Comprobaba con satisfacción como había mordido el anzuelo. En realidad, Elena no venía de hacer deporte cuando estuvo hablando con el profesor en el Departamento el viernes. Esa ropa la había estado usando durante varios días seguidos y las zapatillas, estaban tan usadas que ya había pensado deshacerse de ellas. Sin embargo, pensó que el profesor podía necesitar un pequeño empujoncito para aceptar su plan y por eso iba preparada con la mochila llena de su ropa usada. ¿Qué mejor cebo para un fetichista que esas prendas sudadas? ¿Qué fetichista iba a poder resistirse a esa ropa impregnada del aroma de una mujer como ella?
    
    - Soy el profesor A. La voz de Tomás temblaba y eso hizo crecerse a Elena. “Quería hablar contigo”.
    
    - “¿Conmigo? Creo recordar que me dijo ...
    ... que evitase volver a hablar con usted, al menos en privado”.
    
    - “Bueno, verás, he estado pensando en la proposición que me hiciste y creo que tenías razón, que puede ser muy ventajosa para los dos”.
    
    - “No sé profesor. Creo que no era una buena idea después de todo. Creo que lo que me dijo usted es lo más sensato. Trabajaré duro en su asignatura. Es mejor que, como dijo, hagamos como si esa conversación no hubiese existido y que mantengamos el contacto imprescindible”.
    
    - Pero Elena, ¡por favor! Me equivoqué. Piensa en lo que puedes ganar. Déjame que te invite esta noche a cenar y lo hablamos, por favor.
    
    - “Es mejor que no, profesor. Además, ya tengo planes. He quedado con un amigo. Adiós”.
    
    Elena no había quedado con nadie. Pensaba quedarse en su habitación de la residencia y acostarse pronto. Sin embargo, sus palabras sumieron a Tomás en una profunda inquietud. Tenía que lograr, como fuera, que Elena volviera a reconsiderar su plan.
    
    No sabía que hacer. Tenía que conseguir verla. Volvió a llamarla. La voz de Elena le respondió segura, firme y algo cortante:
    
    - “Diga”.
    
    - “Elena, soy otra vez Tomás”. “¿Podríamos vernos ahora aunque solo sea un momento?”. “Tengo que darte una mochila que olvidaste en mi despacho”.
    
    - “¿Una mochila? ¡Ah! Entonces me la dejé allí. Ya la daba por perdida” mintió Elena. Bueno, no importa, el lunes la recogeré”.
    
    - “Puedo dártela ahora. La llevaré donde me digas”.
    
    - “Bueno. Haremos una cosa. Tengo que salir. Dígame donde vive ...