El culo de la secretaria, azotes e imaginación
Fecha: 26/08/2024,
Categorías:
Voyerismo
Autor: elzorro, Fuente: CuentoRelatos
El neón encendido proyectaba luz en las oficinas que, a esa hora de la tarde, estaban casi vacías. Juan apartó la mirada del portátil durante un instante, la lluvia llenaba de gotas los ventanales, eternamente cerrados, del piso 26. Los laptops a su alrededor apagados, los escritorios llenos de papeles, alguna que otra foto, una caja de dulces abierta, unas figuritas traídas por un compañero que había cruzado el charco recientemente.
En la otra punta de la estancia, Flor, la secretaria. Una chica joven, delgada, menuda, de tez pálida media melena rubia y gafas con montura azul marino que hacían juego con su vestido de una pieza.
Juan se levantó y se dirigió hacia el cuarto de baño reservado para hombres y que se situaba al lado del despacho del jefe. Entró a uno de los cubículos, levantó la tapa, se bajó los pantalones y sujetando el pene con ambas manos apuntó. La orina no tardó en salir, chocando con fuerza contra la taza. Al acabar, sacudió el miembro para que saliesen las últimas gotas, tiró de la cadena y se lavó las manos con jabón olor a lavanda. Al salir oyó voces e instintivamente se quedó observando.
Don Andrés, el jefe. 50 años, pelo engominado, traje y corbata oscuros, discutía con Flor. Había ocurrido algo y el tono de enfado en sus palabras contrastaba con el tono defensivo, educado y de disculpa con el que la secretaria respondía.
- Vamos a mi despacho. - concluyó Andrés.
Juan pudo ver el rostro preocupado de Flor antes de dar un paso atrás y ...
... ocultarse tras la puerta. Las pisadas de los zapatos de vestir del caballero y los zapatos de tacón de la secretaria resonaron en el silencio.
Pasado un tiempo prudencial Juan salió y observó que la puerta del despacho estaba entre abierta. Se acercó, las palabras que oyó le cogieron por sorpresa.
- Inclínate sobre el escritorio y súbete el vestido. - se oyó decir al jefe.
- Pero Don Andrés yo... - replicó la secretaria.
- Lo has vuelto a hacer, ya lo hablamos la semana pasada.
Luego, tras unos segundos de silencio. De nuevo se oyó la voz del varón.
- Sabes que no admito ninguna protesta. Bájate las bragas, y si te atrevés a contradecirme de nuevo doblaré el castigo.
Juan imaginó la escena en su cabeza. Flor, tragando saliva, nerviosa, inclinada sobre la mesa, con su trasero al aire. Aquello no podía ser real.
Aguardó.
El sonido del primer golpe no tardó en llegar.
"Será un cinturón" pensó el empleado.
Se oyó un nuevo azote.
Y un par de segundos después otro.
Juan tenía la boca seca y notó como su pene engordaba bajo sus pantalones.
"Cuatro, cinco" contó mentalmente
"Seis" se dijo apretando su trasero como si aquel cinturón hubiese golpeado sus propias nalgas.
Luego, mientras el castigo continuaba, pensó en Flor, en lo valiente que era. Podía imaginar su rostro, su cara aguantando la respiración, el escozor después del impacto, quizás alguna lágrima mientras el cuero coloreaba de rojo su culo. Quería mirar, pero no se atrevía a ...