Tropa Loca (3)
Fecha: 10/09/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Tita, Fuente: CuentoRelatos
... indicaciones. Todo esto lo observaba Otilio y se fue adentro antes que yo.
–Ahorita vengo, espero no tardarme mucho, pero traigo malestar estomacal –le dije a mi marido y me encaminé al interior.
Recorrí dos puertas más allá, tal como me dijo “El Geronte”, y vi una puerta emprejada, la empujé y Otilio me hizo pasar, la cerró con seguro, causándome algo de susto. Se trataba de un cuarto donde guardaban “tiliches”, no había ni dónde sentarse.
–Verás que sí se puede, Tita –me susurró antes de abrazarme para besarme.
Todo un experto, con una mano en mi espalda, me bajó el cierre del vestido y luego jaló los tirantes del vestido y el sostén al mismo tiempo, dejando mi pecho a su disposición.
–Varios años después, pero quiero cumplir lo que dejé pendiente, lástima que no hay tiempo… –le dije acariciándole el pelo mientras mamaba.
Estuvo chupándome el pecho un buen rato. Después me lamió los óvulos de las orejas y el cuello para calentarme más, al tiempo que se sacó el falo.
–Aunque sea poco tiempo, pero yo también quiero amarte –susurró, me levantó la falda y sentí su enorme verga entre mis piernas.
–¡Oh, qué grande se siente!, y está caliente… –exclamé deseando que me la metiera ya.
Bajé mis dos manos, con una me hice la pantaleta a un lado y con la otra acaricié el tronco. ¡Apenas podía abarcar su circunferencia con mi mano! dirigí su miembro hacia mis labios interiores y lo friccioné en mi flujo que ya empezaba a escurrir por el deseo.
Una vez ...
... que el glande húmedo de presemen resbaló hacia adentro de mi vagina, me colgué de su cuello, subí mis piernas apretando su cintura, me cargó de las nalgas y escuché los dos quejidos que lanzamos cuando me penetró hasta el fondo. Me moví, y él siguió mi ritmo con sus manos subiendo y bajando mi cuerpo.
Esa posición la practiqué muchas veces con Saúl, cuando éramos novios, por ello me salía con una maestría de puta.
Ambos temblábamos por la fogosidad del momento, y, con el contacto de sus manos en mis nalgas, aunado a los arremangones que me daba en los labios esa formidable herramienta de Otilio, comencé a tener varios orgasmos continuados, yo daba gritos ahogados en cada venida que tenía, hasta que sentí que se hinchó el tronco y escuché un bufido. Sentí tres descargas dentro de mí “¡Qué rico…!”, exclamé. “Sí, muy rico…”, dijo Otilio al comenzar a bajarme cuando su exangüe pene salió de mí. Apenas puse los pies en el piso, me subí los tirantes, di media vuelta y le pedí que me subiera la cremallera, mientras me acomodaba yo el sostén y el vestido.
“Sí se pudo”, le dije dirigiéndome a la salida del cuarto y él me abrió la puerta. Fui al baño, donde me limpié. ¡Hasta las medias traía chorreadas de flujo y semen! Al salir al patio, lo vi con una cara de satisfacción y cansancio. Tomó mi mano, la besó y me dijo “Gracias, ya estoy en paz”. “Yo también”, le dije sonriendo y me retiré a donde estaba Saúl.
–Vámonos, no estoy bien –le dije sobándome la panza.
–Te ves ...