1. Un trabajo en la costa


    Fecha: 13/09/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: zaphyre, Fuente: RelatosEróticos

    ... para admirar el romper de las olas.
    
    Marcos mencionó, ─ Lástima que no trajimos bañadores para refrescarnos.
    
    Carmen, con cierto miedo, pero decidida, le dijo, ─ Bueno, la ropa interior casi es como un bañador, y estamos solos…
    
    Marcos se sonrojó un poco y le preguntó, ─ ¿Tú te atreves?
    
    Carmen, con valentía, se levantó y se quitó el vestido, dejando a Marcos perplejo, admirando su sensualidad. Él se incorporó también, tomó aire y se quedó en calzoncillos. Carmen, riendo, salió disparada al agua gritando, ─ ¡El último que llegue hace la cena!
    
    Marcos la siguió hasta adelantarla, pero Carmen se arrojó sobre él, cayendo abrazados al agua. Surgieron riendo y disfrutando. Marcos preguntó divertido, ─ ¿Quién ha ganado?
    
    Carmen, con una sonrisa picarona, respondió, ─ Creo que ninguno, tendremos que hacer la cena juntos.
    
    Sus miradas no se apartaban del otro, y sus rostros se acercaron hasta que sus labios se rozaron. A pesar del deseo compartido, ninguno se atrevía a dar el paso final y besar al otro.
    
    Carmen rompió el silencio, preguntándole, ─ ¿Qué estamos haciendo, Marcos?
    
    El joven respondió con sinceridad, ─ No lo sé, Carmen.
    
    El griterío de un grupo de personas que bajaba por la cala rompió el momento íntimo, y Carmen temiendo ser vistos en ropa interior, salió corriendo del agua, llamando a Marcos para que se vistieran.
    
    El camino de vuelta al chalet fue en silencio, ella se agarraba a él, recostada en su espalda, mientras ambos se sumían en sus ...
    ... pensamientos y emociones, dejando en el aire la incertidumbre de lo que podría ocurrir entre ellos.
    
    Al regresar al chalet bajo el ardiente sol, decidieron darse un baño en la piscina, pero esta vez se pusieron sus bañadores. Nadaban tranquilamente, pero las miradas cargadas de deseos los delataban. Sus cuerpos se atraían inevitablemente, y los brazos de uno rodeaban al otro. Marcos, sin poder contenerse, acercó sus labios a los de Carmen, quien correspondió abriendo los suyos. Mientras sus bocas se encontraban en una húmeda danza, sus cuerpos se rozaban bajo el agua.
    
    Carmen sintió la joven dureza de Marcos en su entrepierna, lo que la hizo soltar un gemido. Sin embargo, la razón volvió en sí y se separó de él, diciendo, ─ Detente, Marcos. Esto no está bien. Si se llega a enterar tu madre, no me lo perdonaría.
    
    Marcos, avergonzado, respondió, ─ Lo siento, Carmen. No sé cómo hemos llegado a esto.
    
    Carmen salió del agua y se adentró en la casa, dejando a Marcos en el agua sin saber que hacer. Esa noche, no hubo sesión de película en el sofá; Carmen se encerró en su cuarto, y Marcos apenas pudo conciliar el sueño, atormentado por la culpa que rondaba su mente.
    
    A la mañana siguiente, Marcos se despertó con preocupación evidente en su rostro. Se acercó al dormitorio de Carmen y golpeó suavemente la puerta. ─ Carmen, ¿estás despierta? ─ Preguntó con nerviosismo.
    
    La puerta se abrió, y Carmen, con signos de no haber dormido tampoco, respondió, ─ Dime, Marcos. ─
    
    Él, con la ...
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